Camino Primitivo · Mi Camino’23 · Prólogo

Llego el día. Ese que a muchos, la gran mayoría, les llega principalmente en julio o agosto, y que a mi me suele llegar en octubre, o incluso noviembre… Me voy de vacaciones.

Aunque haya tenido alguna escapada en los meses de verano; para disfrutar de los nietos unos día sueltos en la playa, así como de un tramo del Camino una semana con Marian y los amigos… mis verdaderas vacaciones son siempre mi “retiro espiritual” por esos Caminos de Dios.

Este año, según tenía planificado inicialmente desde 2021, debería estar viajando en este momento a  Santander, donde debería de haber llegado el año pasado caminando después de comenzar el Camino del Norte en Irún. En la capital cántabra retomaría  hoy ese Camino para llegar este año a Santiago.

Pero, como algunos ya saben, el año pasado hice cambio de planes a última ultimisima hora y me lance a hacer el Camino de Invierno. De Ponferrada a Santiago, yendo por el camino alternativo que evita el paso por las cumbres más altas de León y Lugo, adentrándose el de invierno por Las Médulas, Barco de Valdeorras, Quiroga, Monforte de Lemos, hasta cruzar el río Sil a su paso por la Ribeira Sacra, y llegar a A Laxe, punto en el que enlaza con La Vía de la Plata, finalizando ambos en Santiago de Compostela. El de Invierno fue mucho más duro de lo que imaginé, fue un Camino extraordinario… por distintos motivos. Pero aquello es ya pasado.

El Camino del Norte seguirá siendo un Camino pendiente, está diseñado, pintado, escrito y apalabrado. Si nada lo impide se andará, pero… aún no es su momento. Es futuro…

Mi presente es el Camino Primitivo. Denominado así por ser el Camino por el que peregrinó el rey Alfonso II de Asturias en el siglo IX, primera peregrinación de la que se tienen referencias. Parte desde Oviedo y llega hasta Santiago de Compostela discurriendo, aproximadamente 170 Km, por el interior de Asturias. 325 Km totales de inicio a fin, en la plaza del Obradoiro. Por lo leído, gran parte discurre por preciosos parajes, en un entorno sin mancillar, natural, de alta montaña, con maravillosos paisajes, de jornadas sin a penas transitar por pueblos, ni grandes ni pequeños, con importantes desniveles, rampas y pendientes.

A priori, por lo que he podido ver y leer, parece bastante exigente, el del año pasado, el de Invierno, lo fue por sorpresa para mi, y mucho. Además cometí la torpeza de menospreciarlo y no preparármelo en condiciones, algo que me paso factura prácticamente desde el primer día. Este año creo haberme preparado fisicamente como la Camino merece. Psicológicamente siempre creo estarlo. El Camino me enamora y, cuando algo es así, uno se entrega con disposición, y predisposición, para lo que me echen. Eso no quita que el Camino, como la vida, pueda sorprenderme y ponerme en mi sitio cuando menos lo espere.

En esta ocasión, la duodécima, si todo va según lo previsto, será la inmersión más larga en el Camino,  concretamente catorce días caminando, quince fuera de casa, lejos de mi familia… Desde el principio me pareció mucho tiempo y de hecho, hasta el martes de esta semana, estaba previsto que Marían, mi compañera de vida y camino, se uniese en la jornada 11, justo donde el Camino Primitivo enlaza con el Francés, en Melide… así no serían tantos días sin contacto… Estaba acordado, organizado, con los billetes de tren para ella comprados y las reservas hechas para dos a partir de ese punto… pero en la vida, como en el Camino, muchas veces las cosas no son como se pintan y desean… siempre pueden surgir factores que alteren el producto y, aunque soy un cuadriculas, afortunadamente cada vez tengo la cintura más flexible y adaptada a cambios de última hora…

Voy de camino a mi Camino, el Primitivo, en ALSA, escribiendo esto a modo de adaptación, intentando me sirva para ir soltando el lastre del día a día, sobre todo en el entorno laboral, donde a modo de mitosis, en más ocasiones de las que uno puede llegar a comprender y soportar, los problemas y las cosas que algunos tienen es sus cabezas son como las células… mitosis infinita. 

Espero que, poco a poco, según vaya adentrándome en el Camino, se vaya produciendo esa descompresión, esa exfoliación mental que me permita, otro año más, limpiar, sanear, recargar, renovar, aclarar ideas y asegurar/anclar ese orden prioridades según mi criterio y necesidades, no el que alguien, persona, estamento o compañía, trate de imponer.

En unas horas llegaré a Oviedo, donde en este momento parece que hay 26º, excesivo para la época del año en Asturias. Pero claro Oviedo me recibe como merezco, por algo voy de vacaciones…

La idea es llegar al albergue de peregrinos de Oviedo, a unos treinta minutos caminando desde la estación, formalizar la entrada y después de garantizarme cama en litera, preferiblemente cama inferior, salir por Oviedo a dar un paseo. Visitar por fuera la Catedral de San Salvador (por dentro creo que no será posible; he leído que cierra a las 18:00 y la hora de llegada esta prevista para las 19:30), ir a picar algo cerca del albergue para después, no muy tarde, encamarme, que se me haga corto y mañana a primera hora, poco antes de que amanezca, empezar a caminar por las calles de Oviedo hasta alcanzar las afueras y no soltar el sendero hasta Grado. Primer destino y jornada de las catorce que espero poder disfrutar en este Camino Primitivo.

Gracias por estar ahí y mañana… mañana más.

#BuenCcamino