Camino PRIMITIVO 14ª jornada (y última)

Pedrouzo – Santiago

El viernes concluí el Camino Primitivo. Ahora, habiendo pasado un par de días, ya desde casa con cierta perspectiva, me creo con facultad para poder hacer balance…

Vaya por delante que la última jornada, aunque tuvo agua, fue mucho más llevadera que la precedente. Llovió, pero lo hizo dentro de lo habitual en la zona, no como si se tratase del diluvio universal del día anterior.

En la última jornada salía también tarde del albergue. Eran las 07:46 cuando me hacía la foto y la enviaba al grupo de whatsapp familiar. Por delante tenia aproximadamente 20 Km ya conocidos, pero que suponía estarían embarrados, encharcados o anegados de agua, a tenor de lo vivido en la jornada anterior y teniendo en cuenta todo lo que había llovido, tanto por la tarde como durante la noche.

Cuando comenzaba a caminar por la carretera/travesía que cruza Pedrouzo, la sensación era fresca, húmeda, con un ligero y suave viento soplando de frente que arrojaba algunas gotas que aún pendían de tejados, cornisas, toldos… Pero no llovía. Con los primeros pasos, sobre la marcha, cambiaba de opinión y lo que en principio no había considerado; eso de tomar un café a esas horas, lo valoré como una buena opción; pensado, tomo un café doble cortado con leche fría y ya no hago más paradas hasta llegar al destino de hoy y final de este Camino, Santiago de Compostela. 

Cruzaba la carretera a la altura de la segunda cafetería que veía abierta. En la puerta del establecimiento dejaba apoyado el bordón, me descolgaba la mochila, la depositaba junto al palo, para entrar dispuesto a tomar ese café.

La barra, en “U”, estaba repleta en derredor. Me intentaba aproximar aprovechando un hueco que acaba de dejar la que me pareció, a primer golpe de vista, una peregrina de nueva hornada; es decir una caminante que en su primer contacto con el Camino, con total seguridad iniciado en Sarria hacía cinco días, intentaba desayunar como lo hacía todos los días en el bar de al lado de su oficina, cuando baja con los compañeros y donde el camarero de siempre, ya acostumbrado a sus manías (que todos las tenemos), pide el café manchado y, este, que ya la conoce, le pone el café perfecto para ella… con mucha leche, sin lactosa, templada y miel… 

Ese día, en aquel momento y lugar, lo único que consiguió fue tener, durante cinco largos minutos (o más), a toda la barra pendiente de ella, mientras mareaba a una camarera, con más paciencia que el Santo Job, y el resto esperaba o para ser cobrados, servidos, o atendidos…. Y que provocó que al menos otro grupo de cinco peregrinos y un servidor, desistiéramos de la idea de tomar el café en aquel lugar donde la única camarera en la barra trabajaba en exclusiva para las peticiones de la que, sin rubor tilde de Turigrina Executive… Dios me perdone!

Sin querer valorar ni ahondar mucho más en el momento vivido en el bar, volví a cargar y ajustar la mochila, a coger el bordón y a retomar el Camino, sin idea de si pararía o no a tomar ese café que me había propuesto. 

Seguía de cerca la estela de otros peregrinos que se disponían a dejar las calles de Pedrouzo para adentrarse en las zonas boscosas, principalmente de eucaliptos, que aunque no se veían, sabia que estaban ahí por haberlos visto en otras ocasiones, y porque el haz de luz permitía ver el efecto de las fuertes lluvias de las últimas horas, las cuales habían salpicado el sendero de trazas de cortezas, ramas y hojas de estos arboles.

Poco a poco, paso a paso, iba alcanzando y rebasando peregrinos, la mayoría en pequeños grupos, principalmente de dos o tres, todos con algún tipo de apoyo para iluminar el Camino. El terreno estaba muy húmero, con algún charco y pequeñas zonas embarradas, pero sorprendentemente transitable, sin zonas anegadas de agua, lo cual era muy de agradecer… de haberme encontrado a esas horas, sin haber aún amanecido, zonas repletas de agua como las del día anterior, no sé que habría hecho… si continuar o esperar a que amaneciera y, al menos, ver donde hundir el pie.

Pasadas las ocho y media de la mañana ya se podía ver clarear a lo lejos, en el cielo. Por encima, y a través del techo boscoso, se veía que estaba nublado, pero el cielo tiraba a azul, no a gris… eso podía suponer que, aunque hubiese lluvias, seguramente también habría claros… algo alentador y que invitaba afrontar la última jornada con mejores expectativas que las iniciales tras la jornada anterior.

Al tiempo que iba dejando atrás un continuo goteo de pequeños grupitos de peregrinos, surgían distintas opciones a pié de Camino para tomar ese café. Algo que yo descartaba continuamente  porque a parte de encontrarme bien, sin necesidad de tomar nada, se unía que en cada opción de parada para desayuno se me despejaba más el Camino ya que la mayoría de los que me precedían cían en la tentación y aceptaban la sugerente oferta para parar, soltar palos, quitarse pochos, chubasqueros, soltar la pequeña mochila de travesía y tomar algo mientras descansaban sentados un rato… a mi me podían más las ganas de acabar con aquello, aprovechando que llevaba un buen ritmo y, sobre todo, que no llovía, o si lo hacia no era de una manera fuerte, sino solo de vez en cuando y orvallando o con un tenue calabobos. 

Mi primer objetivo era dejar atrás, lo antes posible, la tenue subida al aeropuerto de lavacolla y después el trámite de asfalto pasando por el polígono industrial donde están ubicadas las televisiones TVG y TVE local, para luego llegar al nuevo Monte do Gozo. El cual reconozco tenía mucha curiosidad por ver como había quedado tras la reciente remodelación, en el que se había desmantelado y retirado en parte el monumento que se creo coincidiendo con al visita del Papa Juan Pablo II en 1989, el año Compostelano que posiblemente fue el pistoletazo de salida de lo que, desde entonces, y cada año más, ha sido, es y parece seguirá siendo el furor por el Camino de Santiago…

Pocos minutos después de las diez y media alcanzaba el penúltimo objetivo de la jornada y de este Camino, el Monte do Gozo… 

En ese momento con algún nubarrón cercano, pero con el cielo despejado, el marco del lugar y el entorno hacían honor a su nombre… sobre la verde pradera, aún muy mojada por las lluvias caídas hacía seguramente pocos minutos, lucía al fondo la austera y discreta cruz blanca. Disfrutaba del momento casi en solitario, sin apenas peregrinos; muchos de ellos, posiblemente por desconocimiento y falta de señalización especifica, pasaban sin reparar en el lugar ni parar un instante en aquel punto; yo me dejaba llevar y me emborrachaba de sensaciones y sentimientos por estar nuevamente allí, con un cielo despejado, una luz brillante que me permitía ver perfectamente, en frente, a lo lejos, aún en miniatura, la majestuosa catedral de Santiago de Compostela… Daba gracias, nuevamente, por haber podido llegar, un año más, hasta allí y poder contemplar el objetivo y, después de hacer alguna foto, seguía caminando a buen ritmo para recorrer, cuanto antes, los escasos cinco kilómetros que me separaban del éxtasis de volver a pisar la plaza del Obradoiro como peregrino…

Algo que por suerte pude volver a vivir y sentir a las 11:25. Momento en el que bajaba las escaleras, pasaba bajo el Arco de Xelmírez, acompañado por las notas de la gaita, conmovido y emocionado, una vez más, como si fuese la primera vez, alcanzando la plaza del Obradoiro y dando así por finalizado este último y nuevo Camino para mi, el sorprendente, exigente y maravilloso Camino Primitivo.

Una vez completado el recorrido, vivida plenamente la experiencia y madurada al haber pasado un par de días, aquí dejo mi valoración, resumen y opinión respecto a este Camino Primitivo:

De los 310 Km que reconocen oficialmente este Camino, los 170 primeros discurren por tierras asturianas. Esta primera parte, en mi modesta opinión, es sencilla y espectacularmente bella, con tramos verdaderamente exigentes y genuinamente auténticos; en bruto, sin “maquillaje” ni hueco para postureo… 

El Camino Primitivo, en su discurrir por Asturias, es posiblemente, guardando las distancias, lo más cercano al origen del Camino, con independencia del punto de partida para la peregrinación. 

Como todo, tiene sus pros y tiene sus contras…. Aspectos más  favorables y también menos positivos…

Es asombroso, y de agradecer, que este Camino durante su tramo asturiano guarde casi intacta la esencia del Camino. Durante las primeras jornadas no se percibe sobre explotación y tampoco carencia de servicios mínimos necesarios. Lo cual está muy bien, muy bucólico, pero se padece, en algún caso (más de lo deseable) en forma de abuso, especialmente en precios por servicios muy por debajo de lo mínimamente aceptable, pero que como es lo que hay, sin alternativas (ni competencia) si lo quieres… lo pagas y punto pelota.

Bajo mi punto de vista, el principal problema del Camino Primitivo en su recorrido por Asturias es la falta de interés y foco que se pone desde las instituciones. Es solo mi opinión, pero creo que el Principado de Asturias debería sentir también como propio e importante el tramo del Camino de Santiago que discurre dentro de su territorio, haciendo suyo aquello de… “El destino está ahí, lo verdaderamente importante es el camino hasta llegar a él.” 

El destino puede estar en Galicia, pero Asturias debería poner en valor lo que tiene, muy orgullosa de ello y hacer que el peregrino, ademas de recordar siempre el recorrido, la orografía, la flora y fauna, la riqueza de cada rincón, recuerde el trato y el servicio recibido con esmero a su paso a lo largo del recorrido y en cada parada… aquí es donde seguro este Camino crecerá ya que tienen aún un amplísimo margen de mejora… posiblemente en cuanto que el Principado tome conciencia y se ponga a ello.

Creo que el Camino Primitivo, inevitablemente, tiene algo que desvirtúa su grandeza… El hecho de confluir con el Camino Francés en Melide… algo que diluye su encanto genuino al impactar de golpe con el tramo con más excesos contrapuestos a la esencia del Camino… Si este Camino hubiera podido llegar a Santiago sin compartir Camino o haciendo con otros menos populares y saturados, como el Camino de Invierno, el Sanabrés, o el de la Plata, por ejemplo en Silleda, hubiera podido guardar su autenticidad de principio a fin… pero esto es solo una opinión personal y además algo inevitable… el Camino llega a Santiago por donde llega, no por donde a mi me parecería que debería de llegar…

Por concluir. Este Camino Primitivo, mi duodécimo contacto con el Camino, ha sido sin duda, con sus pros y sus contras, EL CAMINO, (con mayusculas) de todos los recorridos hasta ahora. El más bello, exigente y técnico, peor explotado y no apto para todos los públicos…

Como despedida… Gracias!

Gracias a todos los que de algún modo u otro habéis estado siguiendo mis andanzas a través de mis crónicas y/o de mis fotos…y a los que lo han hecho involuntariamente a pié de Camino… Javi, Antonio, Anna, Rubén, María, Carlos, Juanma… y otros muchos anónimos y que han estado ahí cada día, para mi y yo para ellos, con apoyo, aliento, como referencia y compañía… 

Y sobre todos GRACIAS a mi familia, la de sangre y la de verdad, estos que están siempre a mi lado, incluso cuando no estoy inmerso y perdido en mi Camino… GRACIAS!

Salud, sosiego y paz para todos, también para mi y, ojalá, el año que viene por estas fechas, pueda estar de nuevo caminando y escribiendo mi crónica diaria del Camino… pero eso será el año que viene, porque el año que viene, si Dios quiere… más!

Gracias, a Dios!

#BuenCamino