5ª Jornada Cº Inglés

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Hospital de Bruma – Sigueiro 24,9 Km

07:29, selfie a la puerta del pequeño albergue que por suerte, y méritos propios, nos dio cobijo esa noche y comenzábamos a caminar con el primero objetivo fijado aproximadamente en el kilometro 8, donde según habíamos leído sería una de las dosopciones seguras para poder tomar un café; la otra fiable era anteriormente en el Km 3 y la incierta sobre el 12. Supuestamente el último punto hacer parada de avituallamiento antes de alcanzar el destino de hoy a casi 25 km de aquella oscura puerta del albergue.

 

 

Además, toda la información anterior nos la había corroborado Benigno, el amable, sabio y dispuesto hospitalero que nos recibió con los brazos abiertos en Bruma, incluso diez minutos antes de la hora de apertura y que nos ofreció más información (y más fiable) que la que arroja un buscador tipo Google.

La estancia en el albergue de peregrinos de Bruma será de esas que perdurará en el recuerdo durante muchos años, posiblemente durante toda la vida, si por suerte antes no se pierde la cabeza o la memoria. Y quizá sea así no por nada en general, pero si por la llegada prematura y con sorpresa; allí, salvo hasta la sensación casi de “aislamiento” por lo poco que había o se podía hacer tanto en él como en su entorno; las opciones más interesantes pasaban por poner a remojo los pies en las gélidas aguas del pequeño arroyuelo que pasaba junto a él, ir o venir del Mesón que estaba a veinte metros escasos, o tumbarse en la cama y poco más; Eso si, tuvimos una vivencia inolvidable tras haber cenado una tortilla de patatas que habíamos encargado junto con “los tres españoles” anunciadores de la buena nueva el día anterior a la puerta del albergue al grito de “es aquí, habéis llegado”; tortilla muy rica y que nos supo a gloria.

 

 

Una vez en todos puestos a cubierto dentro del albergue, estando en la zona común, una vez habíamos conseguido poder acceder al wifi que pone la Xunta a disposición en los albergues que gestiona, cuando parecía que íbamos a poder ver lo que quedaba del partido de Champions de Real Madrid, mientras empezábamos a ver ver en la tablet el comienzo de la segunda parte, tuvimos la aparición…

Por la puerta entraba un peregrino que habíamos visto al medio día, del que principalmente me había llamado la atención su envergadura a pesar de estar sentado sobre el banco de piedra junto a la entrada del establecimiento. Era grande como un vikingo de los de verdad, no como el impostor que llevo al lado. Era un hombre grande, con más de 1,80; fuerte, con una prominente panza, barba blanca y que al saludar mostró una voz ronca con un registro digno del doblador de uno de esos rudos y forajidos piratas. Enseguida capto toda nuestra atención con solo lanzar una pregunta abierta sobre la sala, ¿como lleváis el camino?. Nos limitamos a responder de forma conjunta, aunque cada uno con nuestra breve respuesta a modo casi de recuso, “aquí vamos”, “no vamos mal”, “ya va quedando menos”, “bien, bien, pa que decir lo contrario”, “no nos podemos ni debemos quejar”… y en seguida se torno en una pequeña ráfaga de preguntas hacia él, “¿y usted, como va, desde dónde  viene? Y tras responder a estas con un “Bien, bien, aunque ya cansado, son mucho caminos y muchos años, este es mi último Camino ya; esta vez vengo por la variante de A Coruña, no desde Ferrol”. Surgieron más preguntas, más respuestas y empezó el mejor, más satisfactorio e impagable espectáculo, la experiencia más enriquecedora vivida sin lugar a dudas en este Camino Ingles, en boca de la voz de la experiencia… solo quedaba cerrar la tablet, olvidarse del fútbol y disfrutar de sus vivencias y de la tertulia improvisada que se montó, cuyo protagonista era Ovidio, un mallorquín, que ejerció en medicina, “antes era doctor”,  con ochenta años cumplidos, aunque perfectamente disimulados, ni por asomo los aparentaba y que ha recogido anécdotas y experiencia a lo largo de sus veintisiete caminos completos, sirva como referencia que hizo el francés completo desde Roncesvalles ocho veces, acumula varias veces el del Norte, el Primitivo, Portugués, Inglés y cuenta con el mayor trazado sobre suelo español, el de la Plata desde Cádiz, además de uno empezado en Vezelay, la vía Lemovicensis y que discurre por suelo francés hasta llegar a Sant Jeans Pied de port… Chateaumilant, Limoges, Perigueux y Mont de Marsan, según me he podido documentar tiene un trazado de 719 km hasta llegar a Roncesvalles, donde se engancha con el Cº Frances y aún le separan 790km hasta llegar a Santiago. Un personaje que lamentablemente algún día se llevará toda su experiencia consigo, sin haberlo dejado escrito, pero si habiendo compartido pequeñas pinceladas en momentos como el que tuve el privilegio de vivir y disfrutar ayer… inolvidable!

 

 

Poco después de las once de la noche nos escondíamos la gran mayoría dentro de nuestros sacos, algún aspirante a vikingo de guiñol lo había hecho incluso antes de que empezase a rodar el balón en la segunda mitad del Bernabéu. Me dormí enseguida, seguramente con una sonrisa dibujada en el rostro, con destellos de satisfacción y admiración por las anécdotas, andanzas, vivencias y perspectivas ofrecidas por el gran Ovidio. Placido descansar del que volví a eso de 03:20 cuando un escozor en la oreja derecha me devolvió a la conciencia. Me picaba la oreja! Un puñetero mosquito me debía de haber puesto un pircing artesalmente, enseguida me sentaba en la cama, embutido en el saco, sin sacar de él más que los brazos y teniéndolo ajustado por debajo de las asilas, para buscar en la riñonera y coger el AfterBite para darme una buena refriega en la zona afectada y posteriormente una uñita de polaracrem, con la intención de calmar el “bocado” y evitar que mañana mi oreja fuese un bistec de ternera sin hacer…

Bien atrincherado dentro del saco nuevamente, con no solo la cremallera bien cerrada sino también tensado el cordon de cierre y dejando únicamente una pequeña apertura que oriente frente a mi hocico para poder respirar, y del que poder estar a salvo de nuevos ataques aéreos, he pasado la gran parte de la noche, sin recuperar el sueño profundo que tuve en el primer tramo, abandonando mi escondite una hora después para salir al exterior en busca del baño y poder comprobar que estaba lloviendo, no diluviando, confirmando la predicción de agua durante la noche y si no había error también nos acompañaría en algún momento durante la jornada caminando de hoy. Volvía a mi trinchera y e quedaba allí, pendiente de no recibir nuevos ataques hasta las 06:09, momento en el que he abandonado definitivamente el saco y comenzado con lo preparativos de la nueva jornada.

Después del selfie, comenzábamos a caminar, siendo aún noche bien cerrada, fresca, húmeda, con algo de niebla, pero sin lluvia, con una sensación térmica muy agradable. Lo hacíamos a un ritmo alegre, el que marcaba mi compañero, se le veía sueltecillo, con ganas de quitarse kilometros de en medio y llegar cuanto antes al punto fijado para tomar el café. Por delante llevábamos tanto a ”los tres españoles”, de Ronda, Huelva y Orcasitas, habían salido medio hora antes y a los dos italianos, que lo hicieron quince minutos después que los que les precedían. Mi compañero parecía salir con intención de darles alcance antes de que yo calentase y cogiese ritmo.

Iba ligero, sin mochila, hoy sin las plantillas que utiliza para prevenir o atenuar una fascitis pero que le provocó la rozadura el primer día y que le ha impedido que se cierre por seguir rozando cada día en el mismo sitio. Hoy que parecía el nuevo compeed había agarrado bien, optaba por probar a ir sin las plantillas y las guardábamos en mi mochila por si más adelante fuese necesario recurrir a ellas. A mi  a ese ritmo que imponía de inicio, con el peso de la mochila, una leve molestia en la parte inferior y externa del glúteo izquierdo y que vive conmigo desde una semana antes de venir al camino y las sensaciones en frío típicas del quinto día de camino, me costaba seguirle y más alcanzarle cuando paraba para intentar hacer alguna foto siendo aún de noche. Me ha costado calentar y coger un ritmo cómodo algo más de lo habitual pero siendo constante y obstinado casi siempre se consiguen los objetivos, y este no iba a ser una excepción.

Hoy el cielo estaba cubierto, por lo que presenciaríamos el amanecer pero no la salida del sol. El despertar de un nuevo día en el Camino es para mí siempre un disfrute, hoy el ambiente húmedo y nublado, los parajes solitarios, la luz apagada y tonos mates, además de la habitual compañía acústica en la naturaleza o con un entorno rural a cierta distancia, formaba una sensación de paz maravillosa para acompañar un paseo caminando por aquellas pistas asfaltadas que surcaban tanta vegetación variopinta… lo único es que pasear, lo que se dice pasear… hoy de momento era más bien esprintar.

Cuando atravesaba en solitario una zona boscosa, pisando sobre un sendero húmedo alfombrado de hoja caduca, por la que la liebre que había salido conmigo del albergue, y que incluso salió movido en el selfie porque ya se estaba yendo, habría pasado ya hacia un rato, daba yo alcance a los italianos, estaban parados a la izquierda del camino, felices, cogiendo setas del tamaño de un plato de postre. Nos saludábamos y los dejaba allí en plena recogida de “funghis o fungos”, yo seguía haciendo lo que había hecho hasta ese momento, caminar, observar, deleitarme con las vistas, los aromas, las sensaciones, parar a hacer fotos, volver a caminar, en definitiva, disfrutar! Disfrutar de todo lo que me rodeaba y además sabiendo que por delante iba mi compañero y que por el ritmo al que iba, le perdía de la vista en muchas ocasiones, sabía que iba muy bien, por lo que otro motivo más para disfrutar.

 

 

Aproximadamente en el kilometro seis ha empezado a caer un pequeño chirimiri, era algo más que una niebla meona, pero de menor entidad que un calabobos. Enseguida he parado para descolgarme rápido la mochila, cubrirla con su chubasquero impermeable y volver a cargarla a la espalda con seguridad de que aunque aquella lluvia apretase no calaría nada de lo que porta en su interior. Como de momento no parecía serio y además la parada prevista debía estar no muy lejos, y el pueblo que ya se podía ver estaba cerca, si la cosa apretaba pararía a cubierto en algún rincón del pueblo para ponerme sobre la chaqueta terrex el poncho de agua y evitar seguir cogiendo más humedad.

Cuando cruzaba el pueblo empezaba a ganar intensidad y justo un poco más adelante veía lo que parecía un pequeño bar con terracita acristalada y donde deducía podría haber parado el rayo Macqueen de hoy para ponerse a cubierto y para echar algo al deposito ya que el último repostaje fue la tortilla de la tarde/noche anterior. Allí estaba, él y los “tres españoles”.

Mientras tomábamos el cortado con fría yo, hoy su cola-cao con tostada de mantequilla y mermelada él, más un vaso de agua cada uno y hemos sellado la credencial, han llegado los italianos con una bolsa con cuatro o cinco setas gigantes, también han llegado dos peregrinos más con los que estamos coincidiendo, que había rebasado hacía un rato y cuya procedencia desconocíamos y hemos descubierto durante aquel desayuno, Majoreros! De Fuerteventura. Cuando hemos salido parecía que había dejado momentáneamente de llover, pero la cosa tenía una pinta regulera, por lo que he optado por enfundarme el poncho únicamente sobre la camiseta térmica, guardando en la mochila la chaqueta, el poncho no da calor, es abierto por los lados, aunque no transpira,por lo que cuanto menos ropa se lleve bajo este, si no hace frío, mucho mejor, ya que facilita que se sude y no deja salir este. Hemos empezado a caminar tras la delantera RHO (Ronda, Huelva, Orcasitas) y en menos de diez minutos el bólido les ha pasado y despegado/arrancado las pegatinas de las mochilas, yo iba más o menos de media al mismo ritmo que el trío, ya que aunque les pasaba, enseguida me paraba para hacer alguna foto, me cogían, volvía a pasarles y así dos o tres veces, hasta que ya he perdido de vista a mi compañero y aunque sin dejar de parar a hacer fotos, he ido incrementando el ritmo cada vez que me ponía a caminar para evitar que se despegase mucho y tenerlo a cierta distancia pero llevando más o menos a la vista por si fuese necesario reagruparse por algún motivo o incidencia, por ejemplo por un tema de agua, bien fuera porque lloviese (yo llevaba en la mochila su gorro de agua) o simplemente porque quisiera beber agua, yo llevaba la botella, él iba con lo puesto, sin faldas, pero a lo loco…

 

 

Hoy el ritmo lo ha marcado él y ha sido demoledor, me ha costado por fin alcanzarle aprovechando un tramo en el que las vistas no eran muy espectaculares y me he privado de hacer fotos, pero he tenido que imponer un ritmo muy alto para poder darle alcance. Nos hemos reagrupado prácticamente en el kilometros 16 o 17, hasta ese momento el ha tirado por delante sin beber ni agua. Lo ha hecho por primera vez en el kilometro 18,50, donde sabíamos íbamos a coger un sendero paralelo a la autovía y que no soltaríamos hasta llegar al polígono industrial de Sigueiro, unos cinco kilometros más adelante,momento en el que nos faltaría algo menos de dos para llegar a nuestro albergue de hoy.

 

 

Tras el trago de agua, más agua. Cuando comenzábamos a caminar junto a la autovía comenzaba a llover, lo hacía exactamente igual que ocurriese esta mañana, lloviznando en principio y ganando fuerza muy pocos minutos después, pero sin llegar a diluviar, aunque si con cierta intensidad, lo que viene siendo el calabobos de toda la vida… No ha dejado de llover hasta llegar al poligono, durante ese tramo el que ha demarrado he sido yo, con lluvia y con aquellas vistas no valía mucho la pena hacer fotos y lo importante era llegar cuanto antes a destino. Mi compañero se ha quedado unos metros más atrás, dándome alcance justo cuando dejaba de llover y yo aprovechaba para hacer alguna foto más y recurriendo a él como modelo para algún robado.

 

 

A las 12:21 nos hacíamos el selfie en la puerta de nuestro albergue privado de hoy, el Camiño Real, en Sigueiro, después de haber hecho 24,9 km a un infernal ritmo promedio de 5,1 Km a la hora… y todo porque este hombre que llevo a mi lado iba fresco, de maravilla y sin mochila… compañera que mañana recuperará y volverá a portar a su espalda, sobre sus hombros, para llegar a Santiago y entrar en la plaza del Obradoiro de sevillanas maneras, como corresponde a un buen aspirante a Vikingo!

 

 

#buencamino