5ª 2019 · No hay quinto malo!

El día se presentaba con algún problema de entidad. A las 05:50, ya en la zona de duchas, sin paños ni menores, dispuesto a darme la activadora ducha de cada mañana.. Oh! de la alcachofa de la ducha solo sale un hilillo de agua fría, pero hilillo, hilillo, como el pistilo del azafrán, poco más. Después de esperar un minutillo a ver si aquello ganaba en caudal, tocaba desistir… Mal empezaba la mañana…. había que recomponerse, de paños menores y mayores, para  empezar con los preparativos previos a partir… recoger, guardar, organizar, vaselina, estiramientos, luego calzarse y, con todo ya preparado, ir al comedor para desayunar. Hoy me he decantado por un Colacao con leche fría y dos rebanadas de pan tostado con mantequilla y mermelada, prescindiendo del zumo de naranja, tras probarlo y comprobar que no era natural. El plan para esta mañana era distinto al de las anteriores, me lo iba a tomar con más calma, iba a retrasar la salida para hacerlo sobre las 07:30.

 

 

El principal motivo del retraso era que, a escasamente 2 km del pueblo, me encontraría con el Canal de Castilla, la obra ingeniera concebida por el Marqués de la Ensenada con la idea de trasladar el cereal desde Castilla hasta el Cantábrico por medio de barcazas tiradas por bestias de tiro. Era algo que quería ver, posiblemente no tenga otra ocasión, y si salía muy pronto, lo más probable era que no pudiese observarlo por la falta de luz natural. Sin necesidad de linterna ni de luz de apoyo, el día ya permitía ver más o menos donde se pisaba, utilizando solo la linterna para localizar las flechas amarillas. En veinte minutos estaba a la altura del canal, donde me encontraba con cuatro peregrinos que consultaban el plano de una guía del Camino y google maps. Dos de ellos habían cruzado el canal, por el camino que íbamos, encontrando más adelante un puente con unas cruces, en forma de aspa roja, que claramente indicaban que ese no era el camino correcto, dando media vuelta y acababan de encontrarse con los otros dos y dilucidaban cual era el camino correcto. Efectivamente había que tomar el camino de la izquierda sin llegar a cruzar el canal, según había leído la noche anterior cuando consultaba la jornada de hoy, como indicaba una flecha amarilla apostada dentro del camino a tomar, quizá algo escondida para poder localizarla en la oscuridad.

 

Desde ese punto, durante unos minutos he ido agrupado con ellos. Uno, el más corpulento, español, con el que llevo coincidiendo por el camino y en los albergues desde el domingo, antes de llegar a Burgos, me ha dado un poco de conversación, hasta ahora solo habíamos cruzado algún saludo, un buen día o buen camino… viene desde Sant Jean Pied de Port, Salió el día 2 y tiene previsto llegar a Santiago el 2 de Noviembre, es de Soria pero vive en Meco desde hace 10 años, y lleva la mano repleta de abones de las recientes picaduras de los mosquitos… por llevar la linterna encendida…

La hora caminando en paralelo al canal hasta llegar a la exclusa ha sido, sin duda, una maravilla. He podido disfrutar de un precioso amanecer a mi espalda. Con una muy agradable temperatura, unos 11 a 13 grados, con la humedad perfecta, el trinar de multitud de pajarillos y ese indescriptible pero reconocible aroma de la vegetación a orillas de un curso fluvial, de la cual solo sabría identificar los juncos y chopos. La verdad es que había empezado regular con lo de la ducha pero parecía que se estaba arreglando, de hecho había tenido mucha suerte, si no llego a retrasar la salida hubiese tenido que llevar la linterna y, con total seguridad, me hubiesen comido los trillones de mosquitos que hay en la vereda del canal y que se había ido a comer a David, el Mequero de Soria.

 

 

Dejada atrás la aparente sencilla obra de ingeniería, ideada inteligentemente por aquel Señor de la Ensenada (y Marqués), que empezó a construirse en 1753 finalizándose en 1849 y que estuvo en servicio, según he podido leer, hasta 1959, cuando se implanto el ferrocarril y quedo en desuso, cruce la exclusa haciendo alguna fotillo para tomar dirección a la ya cercana Fromista, la cual me he limitado a cruzar. A las afueras, el camino se sitúa a la derecha de la carretera P-980, en paralelo a ésta, en forma de andadero uniforme, salpicado de mojones identificativos del Camino en pareja y tras 18 kilómetros sin subidas ni bajadas, llegando primero, a 4 km., a Población de Campos, después, a 3 km., a Renga de Campos, a 2 Km a Villarmentero de Campos y tras alcanzar, 4 km más a delante, Villalcázar de Sirga, llegar 6 kilómetros más adelante al destino de hoy, Carrión de los Condes.

 

 

Señalar que hoy, excepcionalmente, no he hecho el habitual almuerzo, hoy he sustituido el chorizo y jamón con el mendrugo de pan por una manzana! Si, una manzana que me he visto casi en la obligación de comprar cuando he entrado en un Albergue Bar llamado Chiringuito, que había a la entrada de Villarmentero de Campos, por la cual he tenido que pagar “únicamente” 90 céntimos. La verdad es que me la he comido sin darme cuenta, era pequeña, pero estaba riquísima.

 

 

Eran las 12:44 cuando me inmortalizaba junto al indicativo de Carrión de los Condes, con el consabido selfie y cinco minutos llegaba a mi morada de hoy, el Albergue Parroquial de Santa María, donde una de las hospitaleras, muy amablemente me ha invitado a que me sirviese un té y esperase mientras ella acababa unos preparativos en otra dependencia, yo dándole las gracias he rehusado la invitación para a cambio, mientras esperaba, poder estirar bien tanto piernas como espalda, pero ella ha insistido, para que, por favor, cuando finalizase los ejercicios, accediese a disfrutar de un té… ella se ha ido a hacer sus quehaceres, yo me he puesto con los míos y cuando ella ha regresado yo ya había acabado de estirar, me había servido algo menos de un dedo de té y de este modo, con el vasito sobre la mesa, he podido evitar rechazar nuevamente la invitación y tener que tomarme lo que en ese momento no me apetecía… enseguida, la hermana, se ha puesto con mi DNI y la credencial a rellenar el registro, y a trasladarme los horarios del día… a las 17:30 Visperas, a las 18:00 el encuentro musical y a las 19:30 la misa… además de explicarme detalladamente donde estaba cada dependencia, cocina de uso y disfrute común, los pabellones, cuál era el mío y mi número de cama, la 31, “te he puesto en una litera baja”, me ha dicho con tono de “porque me has caído bien”. Después me ha preguntado si iba a participar del encuentro musical, le he respondido “yo es que por las tardes escribo, quizá si se me da bien, vaya a la misa, si puedo me gustaría”, ella me ha insistido, casi del mismo modo que con el té, “si puedes ven. Desde que comas hasta el encuentro es mucho tiempo escribiendo. Pásate, seguro que te va a gustar, es en esta misma sala”. Concretamente en la sala contigua a la que estoy en este momento, escribiendo y oyéndoles cantar…

 

Hoy ha sido un día fantástico! Un día maravilloso, a pesar del contratiempo de la ducha, algo que tengo que hacer a diario, este donde este para espabilarme. Un día en el que todo ha acompañado. Las distintas percepciones para los sentidos a primera hora, la distancia, mi estado físico, ninguna molestia especial, lo de la cadera es ya casi historia, tan solo a falta de un par de kilómetros una incipiente molestia en la pierna izquierda, como un palmo por debajo de la rodilla, en la parte anterior e interior, por encima del tobillo, que he revisado mentalmente para intentar averiguar si era muscular o de algún tendón o ligamento y que he controlado hasta llegar al albergue y tras estirar y la deseada ducha (hoy más que nunca), de contraste de agua fría y caliente en las piernas, ha desaparecido…

Después de la ducha, me he ido a buscar un posible sitio para comer, he preguntado a una señora si sabía algún restaurante cercano donde tuviesen menú a buen precio, me ha dicho que mirase a ver si estaba abierto el Mesón Doblón, que estaba por una callejuela tras la iglesia que había al final de aquella calle y allí que he ido. Lo he localizado, estaba abierto, he preguntado si tenían menú del día y su precio. El local tenia una pinta estupenda, con una parrilla quemando encina, que olía que alimentaba… más llevando dos rodajas de pan tostado con mantequilla y mermelada con un Colacao y una manzana a media mañana… Claro que tenían menú, el precio se me iba un poco, pero… las flamas infernales que salían de la parrilla azuzaban al diablillo que, sobre mi hombro izquierdo, saltaba gritando y repitiéndome en el oído «quédate, quédate, date un homenaje; quédate, quédate, date un homenaje«, derrotando sin piedad al pobre angelito bondadoso, que en el hombro opuesto, parecía resignado, ya que tímidamente había intentado, sin éxito, convencerme para que recapacitase y volviese al albergue para prepararme algo en la cocina al tiempo que me ahorraba los 12,50€.

 

 

Me he comido unos espaguetis con salsa de tomate natural y albahaca de primero. De segundo un entrecot al punto, con un matiz en boca a leña de encina, salpicado con escamas de sal gorda, y para cerrar, un flan casero del que solo me he dejado el chatilly…

 

Hoy estoy y me siento divinamente, feliz! Por lo que, ya que me he saltado tres de las cuatro invitaciones de la hospitalaria hermana, creo que voy a acceder a la 4ª e ir a misa… que mal no me hará y seguro que contribuye a que acabe incluso mejor… porque hoy ha sido, de verdad, UN GRAN DÍA…

Será que, como dicen los taurinos… NO HAY QUINTO MALO!

Y mañana más!

#buencamino