Camino Francés 2019 · 2ª jornada · ¡Que me den morcillas!

Eran las 06:27 cuando hacia el pertinente selfie a la puerta del albergue, ese que hace las veces de cohete y, tras la detonación, abre mi particular Corral de Santo Domingo.

 

 

Nada más asomar el hocico por la puerta pude comprobar que la mañana era distinta a la del día anterior, había un fuerte viento que silbaba al cruzar con fuerza por el tenderete que cobija la terraza ubicada frente al alberge El Pajar de Agés. La sensación térmica era de frescor tirando a frío. Al subir el selfie a Instagram, me sorprendió la temperatura que supuestamente había, 17º! No iba a poner en duda que fuera la temperatura oficial, pero la sensación era muy distinta, hubiese dicho que 8 o 10 grados como mucho, pero de lo que no había duda es que hoy no iba a haber niebla. Soplando con la fuerza que soplaba era imposible que hubiese nubes bajas, de hecho enseguida, al doblar la esquina y enfilar la carretera comarcal por la que debía seguir hasta Atapuerca, descubrí  una luna casi perfecta que relucía bien hermosa aún a una altura considerable! Era muy de noche pero tenía la mejor compañera de Camino a esas horas! No era necesaria ni la linterna! Aunque la llevaba a mano ya que mis pasos eran sobre el estrecho asfalto de una comarcal de 3ª o 4ª y, aunque llevaba los led intermitentes encendidos (rojo detrás de la mochila y blanco anclado al tirante delantero), y no había nada tráfico, algo normal a esas horas, pero era domingo y siempre puede llegar el tonto o borracho de turno y echar al traste el resto de Caminos…

El inicio de la jornada, salvo por la luminosidad que ofrecía la radiante luna, no ha sido nada cómodo, a la inevitable dureza del asfalto, había que añadirle el constante fuerte viento de costado, que en momentos puntuales se enrabietaba y parecía que me iba a tumbar, en alguna  ocasión incluso me tambaleaba teniendo que contrarestar el empuje que ejercía sobre la mochila. Ha habido un momento que me ha sacado las gafas graduadas del asidero en el que las llevo colgadas sobre el tirante izquierdo de la mochila. Por suerte las he cogido, no sé cómo, al vuelo.

 

 

En poco más de veinte minutos asomaba ya Atapuerca. Una pena no poder observar sus alrededores. He recurrido a la linterna para intentar descifrar que era aquello que se levantaba en un lateral de la carretera, a la altura del desvío al yacimiento, pero la linterna que llevo da para un poquito más que lo justo, por lo que fuese o que fuere no lo he podido ver. He surcado Atapuerca por la misma carretera que venía hasta llegar a un camino que sale casi al final del pueblo, a la izquierda, junto a una fuente y un busto en honor al Homo antecesor. Aquí abandonaba por fin la carretera y me adentraba en una pista ascendente, en principio atravesaba una chopera, y aquí él viento soplaba de tal modo que al filtrarse con tanta fuerza por las hojas producía un sonido muy similar al que se puede percibir, de manera continua, junto a cualquier acantilado del Cantábrico (por ejemplo) con fuerte oleaje… increíble pero cierto… estaba en Atapuerca pero se escuchaba el mar embravecido.

Dejada atrás la extraña experiencia, el sendero continuaba en sensible ascenso, leve, muy llevadero, pero poco a poco incidía negativamente la luz lunar que me llegaba, la ladera izquierda iba robándome la luna y a cambio me proporcionaba la más absoluta oscuridad, eran escasamente las 7 de la mañana y tenía que pertrecharme de la linterna y alumbrar el piso, de zahorra hasta el momento. Luego la grava fue dando paso a la piedra de pedernal salteada y al poco todo el firme era irregular, de pedernal cortante, de ese que a plena luz siempre te hace dudar sobre dónde y cómo pisar…

No me había percatado, pero parecía que el  viento se había fugado, quizá cogido de la mano de la luna, ambos me habían abandonado a mi suerte en aquel atenuado pero indefinido ascenso, nada estaba marcado! Ni sendero, el pedernal variaba el ancho y perfil escalonado a su antojo, como única referencia tenía una alambrada de espino a mi izquierda que delimitaba una zona de paso prohibido bajo las palabras Zona Militar, el resto era un sin Dios, árboles que parecían pequeños acebos o encinas desaliñadas en el lateral derecho y entre estos y la alambrada un indeseable pedernal. Iba intranquilo, nadie por delante, nadie por detrás, ninguna luz de referencia, ninguna flecha amarilla avistada desde hacía tiempo… todo esto me hacía dudar de si iría por el sitio correcto… pero lo había leído varias veces! Cuando salgo de noche, con tanto tiempo por delante para que amanezca, procuro documentarme y tener claros los puntos de referencia, en este caso estaba claro, había leído… casi al final de Atapuerca coger el camino que sale a la izquierda, un camino que asciendo moderadamente sobre una pista de tierra y posteriormente piedra, accesible para el peregrino, no así para el bicigrino, que una vez coronado te deja junto a la cruz de madera y bla, bla, bla, bla… era por allí seguro! tal era mi seguridad que me crecí y, sudando como iba a pesar de que no hacía calor, abandone el demoledor firme de pedernal y me adentre entre las encinas, o lo que coñe fuesen, para pisar sobre terreno aceptable y, sin perder la referencia de la zona militar, seguir subiendo zigzagueando casi a oscuras, alumbrando alternativamente la alambrada y al frente para no comerme un tronco o una rama baja de las muchas que había…

Después de una odisea de unos veinte minutos, cuando he salido de la zona boscosa al ver que la alambrada se separaba algo más, he intuido, a cierta distancia aún, enfocando con el tenue haz de luz, por fin, a mi derecha según salía de los árboles, la enorme cruz de madera! Y al momento se me ha encogido el alma, o el culo, o todo a la vez, no sé muy bien, ha sido muy rápido, pero según seguía el ascenso, con precaución para no pisar mal y hostiarme, sorteando o pasado sobre las dichosas fallas diagonales de ese puñetero pedernal, de repente, dirijo el foco a la cruz que aún estaba como a unos 15 o 20 metros y mi linterna ya sabemos que a esa distancia alumbra pero no ilumina, veo justo delante de la cruz a sus pies, una estatua con forma humana que antes no había visto, estaba inerte como es normal, era una estatua, el que se movía era yo, pero de repente, con el corazón desencogiéndose, veo que la puta estatua se mueve!!! Que cojones!!! Es una persona!!! Pero qué coño hace alguien hay delante, sin ninguna luz??? Es un peregrino me digo a mi mismo, estaba haciendo una foto, seguro, por eso estaba quieto!! No sabía dónde pisaba, me iba a piñar fijo, pero no podía dejar de enfocar, cuando he visto que se giraba un par de veces he podido ver la silueta de la mochila, no había duda, era un peregrino, y efectivamente estaba intentando hacer una foto pero sin luz… he alumbrado más abajo para no deslumbrarlo y cuando he llegado a su altura lo he saludado y me ha pedido que por favor alumbrase a la cruz para intentar hacer una foto, obviamente hacerla con flash a esa distancia, siendo tan alta la cruz era un absurdo y un gasto inútil de batería…

 

 

Hemos hecho ambos las fotos, y hemos comprobado que a nuestra espalda se empezaban a atisbar, en el horizonte, los primeros colores del amanecer, hemos avanzado por un terreno similar al que veníamos, pero menos acentuado, ambos en paralelo, dejando atrás la cruz y empezando a comentar… Había salido de Atapuerca, más o menos a la misma hora que yo, las 06:30, quería que el amanecer le pillase ya en El Camino, iba sin luz, confiado de la luna que había, pero cuando se ha ocultado lo ha pasado regular porque no sabía si iba por el sendero, su referencia era una luz que venía por detrás y que al principio pensó que era una bicicleta, luego dedujo que era un peregrino, una bicicleta por allí era imposible que subiese… el ganaba en confianza, si otro peregrino subía por allí mismo es que era el camino correcto. Él también había tenido dudas, la diferencia es que él me tenía controlado a mí, tanto por el destello de la luz blanca como por el reflejo de la roja, así como por el movimiento del haz de luz alternativamente a la izquierda y al frente, él para mí ha sido una sorpresa, por no decir un susto, yo una referencia.

 

Hemos caminado juntos unos 20-25 minutos, parando para hacer algunas fotos a nuestra espalda para inmortalizar el amanecer. Con más conversación de la necesaria para dos desconocidos, por su parte, y deseada, por la mía. Llegando a un cruce de caminos, donde el que debíamos de seguir giraba a la izquierda, aprovechando que la salida del sol era casi inminente, le he dicho que tirase si quería que yo me quedaba (ya si eso, que diría Mota) haciendo unas fotos, y así lo ha hecho, no sin preguntarme si sabía a qué distancia estaba el siguiente pueblo para poder desayunar, le he dicho que era Cardeñuela Riopio y que debía estar a unos 2 o 3 Km, hemos dicho de vernos allí desayunando y se ha marchado, momento que he aprovechado para, a traición, por la espalda, dispararle un par de fotos. Se ha ido distanciando mientras yo hacía varias series al amanecer, con distintos encuadres y perspectivas, y ganaba mi espacio…

 

 

En solitario, ya bien de día he seguido la senda por la que a unos cientos de metros andaba la estatua viviente del alba, en algún momento, cuando la recta era larga se alcanzaba a verle. A las 8:25 estaba en Cardeñuela Riopico y un minuto después en el primer bar que pillaba de paso. Allí me encontraba con un grupo de cuatro peregrinos y otro solitario fuera, ninguno de ellos era la estatua… he desayunado únicamente un café cortado, haciendo caso omiso a los pedazo de bocadillos de cinta de lomo con pimientos rojos asados y huevo frito!!! y pasando muy mucho, no sin sufrimiento, de los bocadillos de beicon y huevo frito, o de la tortilla de patata y tropezones varios, incluidos los pimientos de piquillo y la morcilla… un cortado y punto! A 1€, un 16% más barato que el de ayer, pero 5 céntimos más caro que la barra de pan.

 

 

A los pocos minutos, tras rellenarme amablemente la botella de agua pequeña en el bar, he vuelto a cargar con la mochila y a emprender camino, me quedaba ir por la carretera comarcal hasta llegar al puente que cruza la AP-1, atravesando antes Orbaneja Riopico. Una vez cruzado el puente, a unos 200m había una urbanización de viviendas unifamiliares en medio de ningún sitio y justo en el cruce, debía tomar una decisión ya que el camino se dividía en dos posibles alternativas, de frente el camino te lleva hasta Villafria y desde allí a Burgos por la zona industrial y luego por toda la zona urbana, y el de la izquierda discurria pegado a la valla del aeropuerto hasta Castañares y desde allí, por un andadero que inicialmente va pegado a la carretera y al rio Arlazón y al poco abandona la carretera y se convierte en un paseo por la vereda hasta llegar, 8 km más adelante al corazón de Burgos, al puente de San Pablo y a la plaza de El Cid Campeador.

 

Mi decisión estaba tomada, la segunda opción, la de la vereda del río, estaba claro! El problemilla ha sido que he cruzado el puente, y he pasado el cruce de la urbanización de unifamiliares de la izquierda mientras buscaba el indicador con las dos alternativas y no lo he encontrado, he esperado al siguiente camino y tampoco y así hasta haber recorrido unos 500 metros desde la entrada a la urbanización… lo único que había visto hasta entonces eran flecha amarilla que indicaban de frente, nada a la izquierda, por lo que he tirado de google maps para asegurarme y efectivamente me había pasado el desvío, en el mapa se veía claramente un camino que iba paralelo a la carretera y pegado a la valla del aeropuerto que llevaba hasta Castañares… había que desandar y tomar la senda correcta para huir del polígono industrial de las afueras y de la zona urbanizada que llevaba hasta el centro de la ciudad… y eso es lo que he hecho, rectificar desandando un buen trecho y dirigiendome en paralelo a la pista del inactivo aeropuerto de Burgos para acabar llegando a Castañares y allí por fin poder almorzar, algo que hoy , por unas cosas u otras, no he podido hacer hasta las 10:15.

 

 

Cuando he acabado el festín y me he dispuesto a empezar a andar ha girado la esquina, de la placita donde estaba, la estatua viviente del alba! hemos caminado juntos como un kilómetro, hasta que hemos llegado al primer lugar de descanso dentro del paseo de la vereda, por el camino hemos seguido hablando, me ha preguntado de donde era, le he dicho que de Alcalá de Henares, aunque cada día me siento más albareño, de Albares, de un pueblo de Guadalajara, al que sino voy un fin de semana es como si no hubiese tenido fin de semana libre y justo cuando se quedaba a descansar, padece mucho de los pies, me ha preguntado mi nombre y me ha dicho el suyo, y en ese momento ha deja de ser la estatua viviente del alba y ha pasado a llamarse Fernando.

Y ya está! Así contado, pues es eso, andar por allí con viento, subir por allá con dificultades, algún susto absurdo con un peregrino, hacer unas fotillos al amanecer y otras por aquí y por allá, tomar un cortadito en un barecillo dos horas después de haber empezado a caminar, y luego seguir caminando, hasta llegar a un punto en el que parar y almorzar algo y luego ya coger el paseo fluvial y llegar al destino… visto así, así es… pero hoy la película que yo he vivido ha sido otra… igual que ayer ni me enteré, siendo una jornada de casi 30 km. la de hoy ha sido de las que pasan factura… posiblemente tenga mucho que ver que ayer fui más fresco que una lechuga y en algún tramo a un ritmo inapropiado,  y hoy me he confiado… quizá tenga también que ver que anoche, aunque me acosté pronto, a las 9 de la tarde/noche estaba en el saco, tarde un rato en dormirme, como media hora, y dormí del tirón hasta la 1:40, luego he ido alternando sueños y despertares hasta las 03:33, que me he despertado como si fuesen las 7 de la mañana y en vista de que tenía los ojos como platos me he puesto a mirar el móvil hasta que me he aburrido, y me he levantado a hacer un pis a ver si así cogía el sueño, pero nada… me he vuelto a encamar para nada, hasta que a las 4.30 me he levantado sigilosamente para ducharme y después, poco a poco y de puntillas, mientras la gran mayoría de mis 17 compañeros de habitación respiraban como distintos animales, todos de caza mayor o más, he ido sacando las cosas de la habitación y las he bajado a la zona común del piso de abajo para empezar con los preparativos y acondicionar pies, calzado, mochila, botellas y demás… a las 05:20 tenía todo dispuesto para empezar a andar!!! Pero me parecía excesivo, no es que fuese a ver amanecer, es que igual llegaba a Burgos de noche!!! Jajajajajaa he hecho tiempo releyendo y corrigiendo las erratas del escrito de ayer y viendo las rr.ss y a las 6:15 he retomado preparativos para ponerme en marcha.

Como decía, supongo que todo tiene que ver y el no haber descansado, junto con el tute del ritmo de algunos tramos de ayer, más el no haberme preparado físicamente este Camino como otros anteriores, han hecho que hoy, el último tramo, los 8 km desde Castañares, se me hayan hecho interminables… lo he acusado principalmente en la cadera, en el apoyar de la mochila, me la he recolocado una y quince veces, pero iba fastidiado, al final cuando he abandonado la vereda y he pisado las aceras y asfalto de Burgos, me dolían hasta los pies!

 

Después de esperar a que abriesen el albergue a las 13:00, desde las 11:55 que he dejado la mochila apoyada en la fachada junto a otras 11 que había por delante y de hacer el registro, colocar los bártulos en la camareta y darme una ducha, me he ido a comer, estaba deseando, hoy me lo tenía bien merecido, había sido un día de solo un café y una parada posterior para tomar dos trozos de chorizo, uno de jamón, un trozo del pan de ayer y dos tragos de vino… hoy había sido un día raro, quería darme un capricho, por lo que cuando he salido, ante tal cantidad de bares en la zona centro y la multitud de gente dispuesta a tomar el vermut de domingo, me he acercado a una pareja y le he preguntado al chicho si eran de aquí, de Burgos y al responderme que sí, le he pedido que me dijese un sitio donde pudiese comer bien, sin postureo, nada de tapitas de diseño y monas… me ha dicho que sí, que cogiese la calle peatonal que salía justo frente a la esquina de la catedral y que al final de la calle había uno que estaba muy bien y barato, el Morito, y para allá que me he ido después de darles las gracias, en chanclas, con el pantalón remangado hasta las rodillas y con un andar de peregrino, como mandan los cánones, directo al lugar indicado… misión que he tenido que abortar de inmediato porque estaba que no cabía un alfiler y no era cuestión de comer de pie, por lo que he tardado cuarenta segundos, ó 10 metros, en ejecutar un plan B… sentarme en un taburete que me estaba llamando a gritos desde la barra del Mesón Burgos. No me ha quedado más remedio que pedir de inmediato un ribera y un bocadillo de morcilla, porque hoy es lo que me merecía, que… me dieran morcillas!

Y mañana, más!

#buencamino