Camino Inglés 2021 · 2ª jornada

Narón – Pontedeume 16,9 Km

Sabiendo que la jornada de hoy sería muy similar a la de ayer, aunque un poquito más larga y exigente en cuanto a perfil, el plan fijado era salir de nuestra puntual madriguera más o menos a la misma hora que el día anterior, solo que sin rodeos ni búsqueda de objetivos previos antes del inicio de la jornada.

A las 08:12 hacíamos el selfie a la puerta del Hotel Kesintong, para acto seguido comenzar a desandar los escasos novecientos metros que nos separaban del puente que cruza la ría y donde retomaríamos el Camino, el punto donde ayer lo abandonamos. El objetivo era en el destino fijado para hoy, Pontedeume, aproximadamente a 17 Km desde el punto de inicio.

 

 

La temperatura en ese momento era muy agradable, 17º según indicaba el móvil. El viento en calma. Sin humedad excesiva, sin niebla o bruma a la vista. El cielo empezaba a clarear y dejaba ver sobre él un importante número de nubarrones, juntos pero no revueltos. Sobre ellos empezaban a incidir los primeros reflejos del astro rey aún oculto tras las elevaciones montañosas que se mostraban al frente. Hecho que producía un espectacular efecto de llamarada solar en alguna de las nubes, a modo de lanzallamas… privilegio solo reservado a andarines inquietos, así como a cazadores, pescadores y peregrinos de fácil despertar y deseosos de caminar. Un espectáculo negado a camastrones de fin de semana.

Ante semejante lienzo efímero y natural continuábamos caminando hacia nuestro objetivo de hoy, llevando hilvanada por la derecha la ría de Ferrol y por la izquierda el amanecer sobre los prados y la aún aletargada población de Neda.

El inicio del paseo junto a la ría era un agradable sendero formado por bloques de granito, solo salpicado por algunos andarines de rutina diaria, deducible por su ritmo al caminar y su previsible edad, así como por algún pato y paloma de edad indeterminada pero también hechos a la rutina ya que no eran de un fácil espantar. Unos cientos de metros más adelante el granito del suelo quedaba atrás y daba paso a un andadero de listones de madera que serpenteaba el humedal, las marismas del Belelle, un precioso paraje rebosante de calma, con indescriptibles matices en nariz e irrepetible sinfonia natural para el oído. Una maravilla que para nuestra desdicha no ha durado más de veinte minutos pero que nos ha dejado, sin darnos cuenta, como la seda, suaves como el culito un nene y más dóciles que un par de manatís.

 

 

Habiendo dejado atrás aquel paraíso terrenal cualquier entorno era obviamente cuestionable, pero como en ese momento caminábamos casi en modo zen, todo lo que nos pusiesen delante tenia más de yin que de yang, o viceversa, o dicho de otro modo, en ese momento estábamos dotados de manera divina para encontrar el equilibrio justo, la explicación razonable y el argumento apropiado para aplaudir, justificar y bendecir hasta la primera pendiente importante que este Camino Inglés nos ponía por delante. Empezábamos a disfrutar, a ser felices solo con caminar, observando cada detalle en el camino, detalle natural o artificial creado por el hombre, desde los paisajes y la vegetación hasta la impresionante infraestructura de moles de hierro que alberga un astillero, pasando por un lavadero típico gallego o un huerto particular sobre una ladera con vistas a la ría… Hoy estábamos ya facilones y dispuestos a disfrutar.

 

 

Es verdad que la planificación ha sido hecha teniendo presente las previsibles limitaciones del novel compañero de andanzas; ayer fueron quince, hoy diecisiete, mañana veintiuno… cierto es que desde ayer él arrastra una pequeña incidencia, la más habitual y frecuente por estos lares, una de las míticas ampollas… esa que ayer afloraba como simple rozadura (como todas), incluso habiendo recurrido previamente a la vaselina, y que a pesar de habernos apresurado a emparedar tras un compeed hoy se ha vuelto a hacer sentir. Además, el mozo, que es de gemelos robustos, viene de algún tirón reciente en uno de ellos, lo que inevitablemente le hace ir con cautela, temor e intentando evitar recaídas aplicando algún bálsamo antes del inicio de cada jornada…pero incluso así, a pesar de su falta de costumbre, de estos dos puntuales achaques y de no estar en su mejor forma física en este momento, el tipo es lo que yo digo un autentico jabato, aunque el cuando se lo digo se emperra en autodenominarse un vikingo, concretamente un tal Ragnar… que no sé muy bien que quiere decir y que me da igual, pero lo que está claro es que está más fuerte y preparado de lo que el se cree… algo que sinceramente le pasa a la mayoría de las personas; en mi opinión, el cuerpo está preparado para aguantar casi todo lo que le echen, excepto para el pesimismo, la negatividad y el bloqueo de la mente. Por desgracia, muchas veces un pensamiento negativo tiene más fuerza que un biceps, un cuadricep y un isquiotibial  juntos… Para mi alegría, este compañero que me he echado es más duro que el cerrojo un penal, y fisicamente también!

Hoy ha sido una maravilla, uno de esos días en los que te deleitas la vista durante el 90% de la jornada. Tan solo algún tramo menos bello al atravesar un polígono, momento que aprovechábamos para hacer un alto; eran las 10:15 y no habíamos parado más que para hacer alguna foto allí, aquí o allá. Un restaurante cafetería con terraza, junto a una gasolinera y un centro comercial, era un sitio perfecto para hacer un alto, soltar la mochila, tomar un con leche, un cortado y sellar la credencial.

 

 

En menos de quince minutos retomábamos el Camino para volver a disfrutar de maravillosos rincones y parajes, con fantásticas vistas en derredor y así llegar poco más de una hora después al destino fijado para hoy, Pontedeume, donde después de localizar el albergue que nos dará cobijo hoy; el Albergue Rió Eume, un coqueto, aunque sencillo y muy cuidado albergue privado; solo podríamos dejar de momento las mochilas e ir a buscar un lugar donde hacer tiempo hasta que fuesen las 12:30/13:00 y estuviese completamente limpio y preparado para recibir a los peregrinos del día.

 

A las 15:00, tras todos lo tramites habituales de higiene y cuidados corporales, más los preparativos concernientes al descanso… organización de cama, funda bajera, almohadón y saco, así como la colada (hoy tocaba lavar ropa, por suerte con lavadora y secadora), por fin nos hemos ido a reponer fuerzas, a comer. Hemos optado por una de las dos opciones propuestas, el Restaurante Luis, a no mas de 500 metros del albergue, y ha sido el sitio perfecto! Hemos comido en la terraza, en manga corta a pesar de estar nublado y con viento moderado, la temperatura está siendo una delicia; hemos comido de locura… mi compañero se ha lanzado directamente a por un tomate aliñado, solamente con un poquito de cebolla, sal aceite y bien de vinagre; yo, por fin, he podido dar buena cuenta de un caldo de la tierra, el caldo gallego que llevo persiguiendo desde el viernes por la noche a nuestra llegada a Ferrol; de segundo no ha habido dudas, ambos hemos coincidido… sardinas a la plancha! Hoy todo nos ha salido redondo, de hecho, por lo que acabo de ver, solo nos ha fallado el Levante, pero claro, no estaba en nuestras manos y además eso es solo fútbol, esto es otra cosa, esto es el Camino… mañana el fútbol descansa, nosotros no, porque nosotros mañana, mañana más!

 

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#Buencamino