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5ª O’cebrerio – Sarria

Tras haber recuperado en la quinta noche una de las mayores esencias del Camino, en cuanto a albergues se refiere, y no lo digo por el encanto en sí del propio albergue de O`Cebreriro, que también, ni por su inmejorable emplazamiento a modo de balcón con vistas sobre la vertiente gallega, que por supuesto, me refiero a “las noches en el albergue”, que daría para hacer un libro por fascículos (chiste comprensible para algo más que maduritos), o incluso una telenovela… perdón, quería decir, una serie en Netflix.

La habitación asignada ayer a mi llegada a O`Cebrerio, fue la habitación “D”, no la “Castaño”, “Olmo”, “Abedul” o “Sauce”, eso son nombres de habitación de casa rural u hotel con encanto,con precios ostensiblemente superiores a los 8€ que yo pague ayer, incluidas sábana bajera y funda de almohadón desechable. Lo bueno de que me asignasen la “D” es que sabía que al menos había otras otras tres habitaciones más, incluso cuatro… por la rareza esa y confusión para algunos sobre la “CH”. Daba por hecho que el que me hubiesen asignado aquella “·nave” abohardillada, en la planta “superior”, seguramente sería un “privilege” como atención por haber sido el primer peregrino en registrarme ese día ???? ????

Tenía donde elegir, de las 20 camas, la que quisiera siempre y cuando no estuviese precintada con plástico y con una cruz en cinta roja. Elegí una, al fondo del barracón, siempre pienso que en la puerta hay más ajetreo, transito incluso en horas de sueño. Dejé mis cosas y antes de preparar el catre (cubrir el colchón y almohada con la funda y abrir el saco), echaba un vistazo al resto de la planta “noble”… un baño con dos retretes exclusivo para mujeres por aquí, otro baño (con un solo retrete) y un urinario por allá; la habitación “C”, la de los segundones… ni la abrí, sería mucho menos lujosa, más austera que la noble, noble… la “D”. Busqué las duchas y ni por aquí ni por allá, bajé a la planta baja, rebusque… hallé distintas dependencias e incluso la “vulgar” habitación “B”, pero de las duchas ni rastro… descendí una planta más, la menos uno, la de los pobretones, buag… allí estaba la “A” y… las duchas…

Después de tener todo bien localizado, que no a mano, volví a subir las dos plantas (¿que es eso para un tío que se acaba de subir el puñetero O’Cebreriro?) y a mi momento de estiramientos. Aquí hago un inciso en la guasa… IMPORTANTISIMO!!! Son unos grandes olvidados, ignorados o a los que no se les presta la suficiente atención… lesiones puede haber siempre por multitud de circunstancias, pero dedicar unos minutos antes y después de cada jornada en el Camino, e intentar hacerlos bien, puede evitar muchas molestias, dolencias e incluso lesiones que den al traste el Camino o te obliguen a hacer alguna de las jornadas en bus (si estas en la “A”) o en taxi (si estas en la “D”) ???? Momento de organizar ropa, bolsa de aseo y demás y ooootra vez a descender a los infiernos… si son solo dos plantas, con escalones todos del mismo tamaño y altura, vale! Pero leñe… que hemos venido a aquí a hacer el Camino, no a subir y bajar escaleras cada vez que uno se vaya a lavar los pies, o lo que sea…

Después de los paseos arriba y abajo y del correspondiente aseo y organización de bártulos, a comer… tarde escribiendo y luego la preparación para el momento culmen de la jornada estando en un albergue de los de verdad y con peregrinos (pocos) pero también de los de verdad…

En este Camino, a diferencia de anteriores, no voy acompasado con un grupo concreto de peregrinos… vaya por delante que porque nunca lo he pretendido, ni este año tampoco, pero en otras ocasiones, también por estas fechas, con más volumen de peregrinos y sin estas anómalas circunstancias, más o menos tenía controlada la comitiva diaria por grupos, grupetos o grupúsculos… este año, al no compartir momentos en común en las zonas comunes, principalmente en la cocina y comedor, su uso está restringido por razones obvias, si yo ya de por sí me relaciono lo justo, poco mas allá de saludar y acompañar con mi presencia, o huir si veo que me van a dar la brasa, pues este año con tanta restricción y temores, pues como que me dejo ver poco y miro menos, pero lo suficiente como para saber que no hay apenas españoles. En los albergues que he parado no he coincidido con ninguno y solo coincidí con una pareja de chavales (chico y chica) ayer cuando acababa el bocata de bacón con queso en Vega del Valcarce, y que no volví a ver, quizá llegasen a O’Cebreiro y se alojasen en uno de los dos albergues privados (a 50€ noche en habitación doble), pero en el Albergue en el que estuve no se alojaron, allí éramos ocho, en la “nave D”, a dos de ellos solo los intuí dentro de su saco, que no los vi, más una pareja de chico y chica, “extranjeros” (hablaban bajo, como debe ser, pero no en cristiano), otra pareja igual pero más vividos; coincidí con ellos en el restaurante, cuando ya escribía, entraron a comer, sobre las cinco y media de la tarde (por lo que me dijo la señora, del restaurante, es una hora muy habitual de llegar a O’Cebreiro), eran maduros, incluso más que yo, y el “octavo pasajero”, un hombre de cierta envergadura, 1,90 aproximadamente, rudo, con barba, posiblemente por encima de los 60, pero no muchos más. El rato que lo observé antes de encamarme, después de escribir y de hablar con Marían, mientras dejaba las cosas preparadas para “el paseo” de la mañana siguiente, abandonando la suit con todos los enseres dirección sur, dos plantas más abajo, para la ducha de la mañana y desde allí, ya vestido volver a subir otra planta par estirar y calentar… pues en solo ese ratito que lo observe, supe que era el prototipo que me iba a traer, aquella noche, la esencia de una buena noche de albergue….

Me quede dormido pronto, no leí ni dos páginas del libro que estoy leyendo, 45 días por año, de una conocida y querida compañera de profesión, de las que se sentaba al otro lado de la mesa, pero que las mayoría de las veces, se buscaba las vueltas para que no hubiese mesa de por medio, Mar del Olmo, como ha querido firmar, de verídico solo el nombre… pue eso que me dormiría sobre las 22:45… a las 00:05 abría los ojos contracturado por el acongoje que me devolvía de brazos de Morfeo… ¿que hacía yo dentro de la tuneladora de la M30!!! Si la circunvalación ya estaba inaugurada y yo estaba en el Camino… Virgen santa que ronquidos!!! Pero porque no inventan un PCR para saber si roncas???? Y si roncas, pues a la habitación “A”, cohones!!!! La noche ha sido de bandera!!!! Conseguí volver a coger el sueño posiblemente en un lapsus de apnea de la tuneladora, pero volvió a ponerla a ralentí… a las 02:10 estaba maldiciendo no tener un bidón de grasa consistente para untarle bien a aquella maquinaría, por suerte, y juro que es cierto, en un bolsillo interior del saco, mientras lo apretaba con una mano por no morderlo de lo nervioso que me estaba poniendo, toque algo que me encendió la luz… coñe!!!si es verdad que guarde aquí los tapones para los oídos… mierda, perdí uno el año pasado y no lo repuse… pero algo es algo… me lo he incrustado dentro del pabellón auditivo del oído izquierdo, bien dentro… casi tanto que he temido sacarme por la mañana el martillo o el yunque según me lo quitase, como cuando sacas un caracolillo con el alfiler…

Bromas a parte, ha sido una de esas noches top en un albergue… a las 03:54 abría los ojos, empezaba a trastear con el móvil en redes sociales y, tras algún infructuoso intento por pegar el ojo y volver a dormir, a las 05:35 decidía dar por finalizado el alquiler del catre e ir en busca de la ducha al submundo de la menos uno, eso sí, con absolutamente todo mi equipaje, no fuese a ser que entrase relajado a por ello después de la ducha y aquella tuneladora me llevase por medio y me triturase. Cuando salía del “dormitorio” veía a la chica “extranjera”, la que junto a su compañero, también “extranjero”, habían llegado los últimos la tarde anterior mientras yo acababa de escribir ya en el albergue, y tenían la dicha de ser asignados a la “D”, la afortunada dama había tenido la suerte de “elegir”, de las dos camas libres, la que estaba más próxima a la tuneladora, allí estaba, encorvada dentro de su saco en el incorfortable sofá de dos plazas, que desestimé la tarde anterior como lugar de escritura tras urdirme y quedar casi atrapado en él cuando lo creí confortable.

Después de la ducha y de todo el protocolo diario, cuando terminaba y estaba casi listo para cargar con la mochila y disponerme a comenzar la larga jornada de hoy, veía a la misma chica que había pasado la noche en el sofa aledaño a nuestra “suit”, salir bien pertrechada para salir de allí huyendo a pesar de las horas y la que estaba cayendo…

Muy poco después yo hacia lo mismo, aún faltaban unos minutos para las siete, pero hoy la jornada era larga y la extranjera me había metido los perros en danza. Salía ya con la luz frontal que aún no había estrenado (me la regaló Carlos, mi hijo, pensado en situaciones así), antes de salir había husmeado por la ventana para ver como se presentaba el día en tiempo real, no atendiendo a lo que indicaba la App del tiempo (4º despejado), los cojones (33)!!! Había una niebla y un viento de flipar.., los cuatro grados eran menos seis… y es que es verdad que la realidad siempre supera a la ficción… por mucho que te diga el móvil… echa un ojo si puedes, lo del móvil es algo orientativo, la verdad es lo que te da en la nariz cuando la sacas….

Selfie en la puerta, luz frontal en la visera de la gorra, bien asegurada a la mochila con una cinta de esas de flyer o acreditación que te dan en los eventos, bordón en la derecha y linterna en la izquierda y… pa lante!!!

La niebla y la ventisca a penas me dejaba ver a la “exranjera” que iba delante. Hacía un frío del carajo… miraba al suelo (no por no pisar a los grajos), sino por cobijarme del frío y por aprovechar la luz que proyectaba la visera. Enfilaba hacia la carretera, al rato había perdido a mi referencia esa mañana, ya no veía a la peregrina que había salido antes… comenzaba a andar por la carretera, veía a la derecha una placa informativa de Camino de Santiago, con las estrellitas de la comunidad económica europea en su parte inferior (las típicas que encontramos en la carretera) y seguí por mi lado izquierdo de la carretera, con los dos led rojos parpadeando a mi espalda… cuando llevaba unos trescientos metros andados descendiendo sobre el asfalto, protegido del viento por la ladera de la montaña que seguía creciendo a mi derecha, escuche un grito que me sorprendió y confundió, al instante se repetía y era evidente que no era una percepción equívoca, era un realidad… “PEREGRINO”… “PEREGRINO”… busque con la mirada a un lado y a otro y si, allí, arriba,a mi izquierda, entre la vegetación diversa, tras los troncos de algunos arboles, como a quince o veinte metros, estaba la luz frontal de la “extrajera”… “PEREGRINO, CREO ES AQUÍ” me dijo… CLARO, ella iba bien!!! Yo me había equivocado, no encontraba la entrada a la pista forestal que debía salir a la izquierda una vez que se tomaba la carretera (como había leído la noche anterior). GRACIAS!!!! Le grité y di media vuelta para comenzar a desandar el trecho por el que, erróneamente, había descendido.

Al llegar al punto donde había cometido el error observe el porque de mi gran fallo… era aún de noche, había mucha niebla, y ventisca, justo en el punto donde se indica con unas flechas amarillas que se debe coger esa dirección, pintadas sobre el dorso de un cartel indicativo de la DGT, junto a un mojón del Camino, justo en ese punto, mi atención (y por ende la de mi linterna de mano) la había llamado el indicativo informativo de carretera de Camino de Santiago apostado sobre el arcen derecho de la carretera…

Tome la pista forestal, ahora sí el sendero correcto, y comencé a trepar por la pared del adarve natural que separaba el sendero de la carretera, no veía ya a aquel angel de la guarda improvisado aquella mañana. Yo era realmente consciente de que, si no me hubiese llamado la atención, hubiese seguido descendiendo por la carretera como hicimos la primera vez en bici, no me hubiese perdido, pero si hubiese dado un importante rodeo, que en bicicleta no importa porque es descendiendo si se hace sin pedalear, pero andando si se camina y la vuelta es importante, además de haberme perdido el amanecer dentro de aquella pista forestal, que siempre es mejor que sobre el asfalto y acompañado de vez en cuando por tráfico rodado.

Al rato de caminar por el sendero correcto, diez o quince minutos, descubría delante de mí, al pasar una elevación acentuada y un giro a la derecha, la luz frontal de mi predecesora en el sendero aquella mañana. Yo tenía hoy previsto fijar un ritmo serio, me había rogado a mi mismo que, por favor, no me embelesase, embobase o volviese loco haciendo fotos como todos los días, que la jornada era larga y muy distante, por lo que debería optimizar el tiempo para poder llegar a una hora prudente si luego, como me gusta, quería escribir “sin prisas”… al buen ritmo inicial que me había marcado, muy podo después le daba alcance y, sin a penas mirarnos a la cara, por no deslumbrarnos con las luces frontales y por no dejar de mirar donde pasábamos, volvía a agradecerle sinceramente el “capote” que me había echado, ella me decía… “se miraba muy mal, yo también dudar”, y sin aflojar el ritmo (descortésmente), reiteraba mis gracias y me despegaba para no volver a coincidir con ella.

Hoy la jornada ha sido muy larga por lo que la intentaré resumir y hacer muy corta…

Lo normal es, tras llegar exhausto a O’Cebrerio, hacer una jornada de transición, de distancia media, llegando hasta Triacastela, hacer noche allí y repetir distancia al día siguiente llegando a Sarria, de este modo, en dos días recuperarse de la exigencia de la jornada mítica en la que se abandona León y se llega, por fin, a Galicia, entrando por la provincia de Lugo. Yo, como voy justo de tiempo si quiero llegar a Finisterrre en trece días (quince fuera de casa), me lo planifiqué de tal modo que hoy hacía un sobre esfuerzo (si me sentía bien tras coronar O’Cebreiro) y ganaría un día tirando directamente hasta Sarria yendo por Sanxil, no por Samos que es más cómodo por tener menos subidas, pero mayor distancia, unos siete kilometros más, que es por donde lo hicimos en 2009 en bici…descenso pero más largo en bici, perfecto! Andando, acenso pero más corto, genial! Pues eso, que hoy sumaba dos jornadas y Triacastela no sería mi morada, pero si mi desayuno.

 

 

Después de cuatro horas de caminar sin parar más que para beber agua (y hacer alguna foto a escondidas mías), llegaba a Triacastela. A las 11:15 me estaba apretando un bocadillo de lomo a la plancha con tomate natural, con un pan que se parecía a una baguette lo que una morcilla de burgos a un percebe… madre de Dios como estaba el bocadillo, con que ganas me lo he comido… a pesar de la “tristeza” que envolvía el lugar… y no solo por el ambiente solitario… tanto cartel y cinta delimitando espacios, tanta prohibición… es desolador, en la mayoría de los establecimientos, hay más geles higienizantes que clientes… de verdad, la desolación que se respira es un mal presagio.

 

 

En fin, que el Camino continúa y yo no me quiero salir de él por voluntad propia, solo si me obligan lo acataré y cumpliré, mientras tanto, lo que me quedaba era proseguir y avanzar… estaba bien desayunado, con dos tercios de Estrella Galicia (uno es que se me cayo según lo cogía la segunda vez, por eso pedí otro más, este segundo me lo bajé más despacio). Pues eso, que como dicen, las penas.. con pan son menos penas, pero solo llevaba 22 Km y me faltaban casi los mismos…

Desde aquí hasta Sarría ha sido una jornada con una temperatura my agradable teniendo en cuenta que estamos prácticamente en noviembre, con un sol templador, de vez en cuando soplando un viento fresco y con cierta fuerza que se agradecía y con un perfil primeramente de mucha subida hasta un poco despues de pasar Sanxil y después todo descenso pero con tramos de importante pendiente que, dada la distancia de hoy y la exigencia de ayer, en algún momento pasaba factura al tren inferior.

Eran las 14:49 cuando me hacía la foto de rigor frente al letrero que me daba la bienvenida a Sarria. Ocho horas después de haber empezado a caminar y de haber recorrido algo más de treinta y nueve kilometros. La quinta estaba conseguida… si, pero mi llegada a Sarria no era como yo la había pensado, dibujado (no solo mentalmente) en mi cabeza hacía un año…

 

 

Hoy, contra pronóstico, en lugar de hacer la rutina de todos los días…llegar a destino, localizar el albergue, registro, estiramientos, ducha… patatín, patatán, e ir a comer el primero, el segundo y Mi suculento postre… el sobre! Llegaba tan tarde a Sarria que pasaba por la puerta del albergue (privado), estaba cerrado porque estaba justo comiendo, y he decidido irme directamente a comer, estirando un poco en la puerta del bar, y luego ya hacia la entrada, acababa de estirar bien, la ducha, las friegas/masajes y a ponerme a escribir…

La comida ha sido “un clásico”; Caldo gallego y espaguetis, ninguno de ellos para tirar cohetes… pero me faltaba el postre… ahí si que aguardaba , y por sorpresa, la mascleta!!!!

Madre mía que espectáculo, y no me refiero al sobre sorpresa, sino a la que he montado llorando a moco tendido (con las cosas higiénico sanitarias como están), me ha faltado romper a mano alzada el mantel de papel para empapar aquello….

Hoy, el sobre número cinco, de manera excepcional, además de dos fotos, una bastante reciente, de mis hijos, felices! Con el pie de foto “el equipo”; la otra de hace igual dieciséis años, con Carlos de niño, en mis brazos, agarrado a mi cuello y a cual con la cara más radiante de felicidad. Bajo ella leía, “un sueño”… ya solo eso me encharcaba los ojos, la cara y todos los pañuelos de papel disponibles… pero me faltaba leer las dos cartas, primero leía la de su novia, Alba… bufff GRACIAS, ALBA!! Gracias, ya sabes… está escrito justo después en nuestra conversación de Whatsapp, La segunda carta, manuscrita, con bolígrafo azul pero con tinta del alma de Carlos… que orgullo tener, hoy, el hijo que siempre había soñado tener… GRACIAS HIJO, SIGUE ASÍ… ese es EL CAMINO…

 

 

Después de aquello, solo podía venir al albergue, para hacer la entrada, secarme bien (lagrimas y mocos) y después… todo lo demás.

Sarria es, por excelencia, el punto desde donde, todo aquel que quiera tener un contacto/experiencia, inicial o de aproximación al Camino, comienza el suyo… en mi caso, aunque fue en Astorga por la particularidad de que en bici se han de recorrer al menos 200 Km para poder obtener la Compostela, cuando he influido (consciente o inconscientemente) sobre algún AMIGO para empujarle a que lo hiciese, este ha sido el punto de partida propuesto, bueno concretamente Barbadelo, una pequeña parroquia del ayuntamiento de Sarria, a las afueras, en dirección a Portomarin y donde se encuentra ubicado un pequeño alojamiento rural con todo el encanto, Casa Caxigueiro, que descubrimos en nuestro primer Camino como bicigrinos y desde donde, como caminantes peregrinos, partimos en el segundo Camino, con AMIGOS. En aquella ocasión no estábamos todos los que éramos, pero si éramos todos los que estábamos, nos faltó (por infortunios del destino) la parejita feliz, mi “vecina” y mi “GPS”, pero, todo se andará…

Yo, que soy un “cuadriculas” y disfruto organizando los proyectos que me ilusionan con mucha antelación, hace un año, a mi regreso del último contacto con el Camino, cuando lo dejaba en octubre en Astorga, me faltó tiempo para pasar a un Excel la planificación pensada para este año… Yo volvería un domingo por la noche en Astorga, para retomar ese lunes el Camino donde lo había dejado. Tendría cinco días para llegar a Sarria, sería un ritmo exigente pero iban a ser cinco días a ese ritmo… el sábado el ritmo, las distancias y las paradas serían distintas, no tendrían nada que ver, ni la forma de vivir el Camino tampoco…

El viernes por la tarde, tras la larga jornada desde O’Cebreiro, en Sarria me encontraría con mi “Capitán Fanegas” y su batallón de fieles escuderos, para al día siguiente partir desde Sarria, dirección Santiago para llegar cada día hasta donde el ataque de risa y las multiples paradas para avituallarnos y hacer fotos nos permitiese… pero… no contábamos ni con los inesperados renglones torcidos de Dios, ni con tanta mala baba de un/a endocrino frustrado… pero no pasa naaaadaaaa que arrieros somos y el Karma está ahí para todos… y a ella la caerá su peso merecido y tu, tú, te harás el Camino conmigo, hasta que la risa y (la muerte de la misma) nos separe o nos mande pa casa.

Paulito, AMIGO, este era nuestro Camino, y otras circunstancias, además de las comunes, han hecho que este año no pueda ser, pero el Camino siempre estará aquí, y yo dispuesto a ir contigo, al fin del mundo, a Santiago, Finisterre o más allá…

De momento, yo, mañana… mañana, más!

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