Alegría…

11ª 2020 – Pedrouzo – Santiago de Compostela

Objetivo conseguido! Un sueño hecho realidad! Alegría!

Hoy, cuando llegaba a la plaza del Obradoiro, por cuarta vez como peregrino, pero por primera vez sin acompañar a nadie, sentía posiblemente la misma emoción que la primera vez y el resto, sino más… como ya adelantaba ayer, cerraba el periplo iniciado un 14 de diciembre de 2016, cuando llegaba hasta Sant Jean para iniciar al día siguiente mi Camino Francés.

1.422 días después, o lo que es lo mismo, 3 años, 10 meses y 19 días más tarde, lograba aquel propósito… después de caminar 779 kilómetros divididos en cuatro fases…

⁃ San Jean Piet de Port a Logroño (2016)

En 7 días, 163 km.

⁃ Logroño a Belorado (2017) acompañado de Marian, mi fiel escudera!

En 3 días, 73 km.

⁃ Belorado a Astorga (2019)

En 11 días, 279 km.

⁃ Astorga a Santiago (2020)

En 11 días, 264 km.

Visto así sin solo datos… para mí llenos de recuerdos, sensaciones, emociones y vivencias durante este Camino y que me han hecho, estoy seguro, un poquito mejor persona… por el Camino, algún que otro susto y también perdidas… todas dolorosas, pero la que más, porque como dice el dicho… madre no hay más que una, la suya…

No entendía muy bien este afán mío por marcharme a hacer el Camino de Santiago, si, como ella decía, “muchas de las veces ni llegas a Santiago”… está vez que si he llegado, no está para poder contárselo… seguramente lo habrá visto, disfrutado al verme feliz y posiblemente, por fin, habrá entendido esta obsesión mía por el Camino.

Llegar hasta Santiago ha sido hoy un paseo. Como siempre por parajes de cuento, de hadas y de meigas, porque dicen que haberlas haylas. Con pocas paradas para hacer fotos, están casi todas hechas, además de bastante trillado el tramo, aunque alguna he hecho. Sin paradas de avituallamiento… ni cervezas. Unicamemente una parada oficial hoy, junto al mojón que indicaba trece kilometros para llegar destino….

El trece fue siempre su número. Allí, en aquel bosque, levantaba la cabeza, miraba al cielo entre las copas de los eucaliptos y le dedicaba una oración, y tras charlar un ratito con ella, retomaba la marcha dejando atrás aquel mojón y llevando conmigo para siempre el recuerdo de aquel imborrable momento vivido, mágico e intimo, entre duendes, hadas y meigas, como mi eterno angel de la guarda…

Desde aquel punto y hasta llegar frente a la Catedral de Santiago, ninguna parada que no haya sido para tomar alguna foto y/o para beber agua.

Si bien es cierto que llegar a Santiago siempre provoca júbilo, no menos cierto es que en la última jornada, suele sentirse una sensación agridulce; dulce por terminar y agria por decirle adiós, o hasta otra, al Camino. Hoy esa tristeza o pena ha sido menor que en otras ocasiones al separarme del Camino, supongo que la situación tan desconcertante, incomprensible y crítica que estamos viviendo, eclipsa ese posible sentimiento y prioriza las ganas de volver y reagruparse con el núcleo familiar “conviviente” y más allegado.

Después del trance que siempre se vive como peregrino al alcanzar la plaza del Obradoiro, inimaginable para quien contempla la fachada de la catedral, pero no como caminante o bicigrino. Tras saborear ese regustillo y secar alguna lágrima, me dirigía a la oficina internacional del peregrino para recoger mi Compostela… La tercera, aún a pesar de haber llegado cuatro veces; hace dos años, cuando llegabamos Marian y yo por el portugués, desde Tui, lo hacíamos tan exhaustos que renunciamos a obtenerla solo por no permanecer en pie, en la fila de peregrinos, hasta que nos tocase el turno. Hoy, en cambio, el tramite era rápido y sin esperas, no había ningún peregrino en la fila, ni a la vista…

Con la documentación que acredita, de manera oficial, la realidad de este sueño cumplido en mi mochila, caminaba hasta llegar al albergue, Blanco, justo a la espalda de la oficina donde acababa de estar. Con todos lo tramites, protocolos y rutinas de costumbre hechos, solicitaba, al hospitalero y propietario, una sugerencia para comer bien, citando las dos palabras claves… “de cuchara”… me indicaba donde estaba “el puñal”, a ciento cincuenta metros… un bar de cocina casera con menú para expertos en comer bien en su casa…

Y allí desayunaba hoy… una Estrella de Galicia, para luego, de primero mi caldo gallego y el jarrete estofado de segundo, después un café solo… y de postre… mi sobre número 11.

Este Camino 2020, como ya escribí, lo “pinté” el año pasado pensando en retomarlo donde lo hice, Astorga, para llegar a Sarria en cinco días y luego, desde allí, tomarnos el tiempo que fuese necesario para llegar a Santiago, si antes no perecíamos en el intento de algún ataque de risa… este Camino 2020 finalizaba inicialmente en Santiago, como al final así ha sido, lo de Finisterre fue una variable que incluí tras los acontecimientos que nos impidieron poder compartir este Camino, como estaba planificado, y especialmente después de marzo, tras la marcha de mi madre.

Hoy abría el sobre y la foto era de “mi chicas”… de hace unos veintiséis años, Marian mucho más joven que ahora (incluso) y Alicia… una niña aún a años de acercarse a la adolescencia… preciosas las dos, casi tanto como ahora. El pié confirmaba lo que ya sabía… “tus chicas”.

El escrito era de mi amigo, el desertor, el que no me acompañó como estaba previsto, aunque en contra de su voluntad, pero que aún no habiéndolo caminado junto a mí, si lo ha hecho conmigo, compartiendo casi a diario, en distintos momentos, comunicación, por teléfono, videollamadas, mensajes de audio, video y por supuesto… fotos… el es mi ídolo! Pero también el puñetero examinador que todo lo ve, y que…. un intermitente que pongas tarde, te hace renovar papeles, pagar tasas, otra vez, para nueva convocatoria y volver a examen…

Siempre he dicho que yo, en mis Caminos, con una buena cámara de fotos y sus ojos y talento, “me hubiese dado una vuelta por Soria y me habría forrao, Paca!” ????

Gracias Paulito. El Camino seguirá aquí, esperándonos, algún día tallarás está muesca pendiente en la empuñadura de tu cámara… y lo sabes… sin prisas, sin tiempos, sin mínimos ni máximos… y será con total seguridad una de las mejores experiencias vividas y que recordaremos el resto de nuestras vidas… Este año no pudo ser, pero este Caminó será, se hará, se andará, AMIGO!

 

 

Y así, muy emocionado, satisfecho, feliz y radiante de alegría cierro este Camino Francés, por completo, hoy 5 de noviembre de 2020… 3 años, 10 meses y 19 días después… y mañana… mañana más…

Mañana volveré a mi vida. Siempre he dicho que el Camino es como la vida, y viceversa… y mañana, para mi, EL CAMINO CONTINÚA y será un placer seguir disfrutando de la vida dentro de esta fantástica MONTAÑA RUSA DE SENTIMIENTOS… DE PRINCIPIO A FIN en mi día a día… conservando en el recuerdo las mejores experiencias de lo vivido y desplazando las menos buenas, porque para algo tenemos esa MEMORIA SELECTIVA que nos ayuda a sobrevivir. Yo seguiré con mis RUTINAS y en breve estaré reservando los albergues, hostales, pensiones u hoteles del Camino 2021, la mejor herramienta para combatir esa TRISTEZA que siempre acompaña, como morriña, al separarte de él.

Hasta el próximo encuentro solo pido salud, para mi, la familia y para mis AMIGOS, seguro que el próximo Camino será en compañía de alguno de ellos, lo tengo ya casi aterrizado, aunque siempre puede haber CAMBIO DE PLANES, pero sean cuales sean los cambios, el objetivo será hacer el Camino DISFRUTANDO de todos y cada uno de los detalles que el sendero siempre nos ofrece… de día o aún de noche, sintiendo frío o sudando, pero con los cinco sentidos para gozar de todo, incluidos esos OLORES y COLORES dentro del Camino… e intentando hacer realidad nuestros SUEÑOS y siempre con la ALEGRÍA de sabernos y sentirnos vivos.

#buencamino

#novoysolo

#avmosjuntos