Camino Francés 2019 · 3ª jornada · Como un señor

Dicen que siempre hay una primera vez para todo,  y hoy ha sido, para mí, la primera vez que he empezado una jornada del Camino siendo el farolillo, el coche escoba, el que cerraba el goteo procesionario, el último, sin lugar a dudas, de la serpiente multicolor, que diría Javier Ares refiriéndose al pelotón ciclista, en este caso de peregrinos.

Yo!!! Que soy el primero que se levanta y sale del albergue para empezar la jornada. Pue sí, el mismo! Hoy he empezado a caminar en dirección a Hontanas casi a las 9 de la mañana, las 08:51 para ser exactos!

Ayer eran las 22:00, con puntualidad británica, cuando se apagaban las luces del albergue municipal de Burgos. El hecho de que se apagasen solo implicaba cierta oscuridad, no así que se hiciese el silencio inmediato, es solo la manera sutil de rogar, a parte de la chavalería y a algunos no tan jóvenes pero si trasnochados, que por favor aplacen sus risas y tono de voz elevado hasta el día siguiente, algo que suele surgir efecto a los pocos minutos, para que empiece a imperar el concierto desacompasado de los distintos respirares humanos, cuasi bestias algunos. Algo digno de evitar con unos tapones aislantes (que a mí se me han olvidado en casa), teniendo en cuenta que el albergue tiene una capacidad de 150 bichos (y bichas, no se me vayan a enfadar las “señoritas” de las gallinas violadas). ????

Me había encamado a las 21:15, pero hasta que se insinuó el toque de queda y me mecieron los respirares, estuve mascullando una idea. Lo estuve dando vueltas al compás de las molestias en la cadera, tanto en el lado izquierdo como en el derecho, sobre la cintura y en un punto a la altura de su articulación; como sería la molestia que cuando me puse el pantalón del pijama, doble hacía abajo la goma elástica del slip para que no ejerciese presión sobre la zona afectada. El glúteo también pinchaba, pero eso era una agujeta, o así lo entendía yo.

Más o menos a la hora de todos los días (también me pasa en casa) tuve el primer retorno a la conciencia, miré al hora, era la 1:31; ignoré la hora y la sinfonía de sonidos… me obligue a dormir y lo conseguí, volví a mirar el teléfono a las 3:15, y repetí la dinámica consiguiendo el objetivo, hasta que me desperté y abrí los ojos con tal ímpetu que me dije, no sé la hora que es pero ahora ya sí que “tenemos todo el pescado vendido”. Eran las 04:35. Me puse a ver mensajes, los de buenas noches y los mejores de deseos para esa noche y al día siguiente de la familia. He contestado y después he salido del saco para ir al baño, pero con la intención de volver a meterme en la cama un rato. Así lo he hecho. Cuando me he vuelto a tumbar he estado desojando la margarita para que me ayudase a tomar la decisión, ¿lo hago? ¿no lo hago? ¿lo hago? ¿no lo hago?… he seguido rumiando la idea hasta las 05:22 que he vuelto a salir del saco, he cogido la bolsa del aseo, el pareo, pantalón y camiseta y me he dirigido con sigilo a la ducha; sobra decir que no se había levantado ni Perry! Los peregrinos son, casi todos, normales, luego estamos las excepciones que confirmamos la regla.

Cuando me estaba enjabonando, de repente, me he quedado sin pétalos en la margarita. Justo cuando era un “SI”. No cabía la menor duda, hoy tenía que cambiar los planes! Las molestias en la cadera se habían atenuado, pero no habían desaparecido. Al pasar la mano con el gel por la zona resentida, la intensidad de la molestia alcanzaba casi el dolor. No podía volver a sobrecargarlo, o me iba a suponer un problema mayor. Estaba decidido, iba a revisar todo el contenido de la mochila y reorganizarlo para, lo que no fuese realmente necesario, quitarlo de encima y enviarlo a casa. Eso supondría que tendría que esperar hasta las 08:30, que abriese Correos, con la consiguiente demora para emprender camino hasta Hontanas, sabiendo que sería un día en el que me acompañaría la lluvia y que me separaban más de 30 Km del objetivo.

He preparado en una bolsa (de las verdes de los chinos), donde llevaba hasta hoy las botas de invierno, lo que he considerado prescindible; unos guantes de invierno (los de nieve) dos pantalones, unos con forro polar y otros similares a los que llevo, de senderismo, un paquete con dos vendas “recuperadoras” que me compró Marian y que dudo si usaré (me he quedado con otras dos por si acaso y por falta de hombría), dos pares de calcetines gorditos, de los de invierno, un enchufe ladrón de 4 puertos USB (tengo otro de 3), un candado y su llave, la bolsa de pierna (la de motero), la cual ha sido posiblemente el inicio de los males! Es cierto que es muy cómoda para llevar todo lo necesario a mano, pero es para llevarla sola, no para compartir cadera con las cinchas de la mochila… entre unas y otras me ha destrozado la vida… digo la cadera! Perdón que me he venido arriba maldiciendo a ambas correas. He enviado hasta los dos calzoncillos y el par de calcetines sucios que llevaba acumulados. ¿Dos calzoncillos y un par de calcetines? ¿Solo? no salen las cuentas, ¿verdad? Eso es porque no estáis haciendo el Camino… pero todo se andará. ???? ¡Vamos al neto!: 2,271Kg… que así, escrito, no es mucho, pero a la espalda, durante casi 7 horas… es peso, os lo digo yo!

Después de preparar el “paquete”, de recolocar la mochila, dejando a mano el impermeable de ésta y las botas por si llovía, de estirar un poco y de repasar mentalmente lo que iba a enviar a casa y lo que me quedaba por si había que hacer alguna rectificación, me he dado a mi mismo el visto bueno y he dicho… ahora a desayunar! A desayunar antes de salir!!!! Algo que normalmente no hago y que pospongo para hacerlo cuando llevo ya dos horitas andando, cuando ya se ha hecho de día y encuentro algún sitio abierto., pues hoy de eso nada, hoy a desayunar!!! Un cortadito y una barrita de pan con aceite y tomate que me he tomado frente al albergue. Como un señor.

Después volvía al albergue para recoger la mochila, el palo, la bolsa verde y la chaqueta de agua (hoy dejaba guardada en la mochila la chaqueta polar en previsión de lluvias), comprobado que llevaba todo, salía del albergue a las 07:12 ¡vaya horitas! y me dirigía hasta la oficina de Correos, que estaba relativamente cerca, al otro lado del rio, frente a la plaza del Cid Campeador, donde ayer me hice el selfie que certificaba mi llegada a Burgos.

No eran ni las 07:30 y allí estaba, en la puerta de Correos, con la mochila recostada sobre la fachada, junto a la puerta, esperando que “en un rato”, a las 8:30, abriesen y pudiese deshacerme de aquella carga que me estaba llevando por el camino de la amargura. Como todavía faltaba un “ratillo”, me he sentado en el suelo, he vuelto a estirar, todos los músculos de antes y más, al tiempo que observaba como se des-aletargaba la ciudad tras el fin de semana, y lo hacía aportando sonidos, principalmente de tráfico, con presencia humana variopinta, algunos acompañados de sus canes, y todo ello mientras iba ganándose en claridad… hoy tocaba ver amanecer en la ciudad, en Burgos. Y sin andar, como un señor.

A las 08:25, como si de la consulta del médico se tratase, ha empezado a aparecer gente y a pararse frente a la puerta de la oficina de Correos, cuando por fin han abierto, a las 08:31 por mi teléfono… éramos más de 10 personas esperando, pero he cogido el número uno, faltaría más! Después de facturar e invertir 17,90€ en futuro y salud, quitándome un peso de encima, he salido al encuentro del Camino, no sin antes hacer una paradita en el café MariaCastaña, para hacer alguna necesidad y tomarme un cortadito, con petit magdalen y todo! Como un señor!

 

Eran casi las nueve cuando comenzaba a caminar dirección a Hontanas, por lo que podía ver perfectamente el paisaje urbano, e igual que ayer cuando llegue a Burgos, reconozco que, tanto la entrada, por Castañares, como la salida, ambas en paralelo al río Arlanzón, son una delicia. También el discurrir por la zona universitaria. Además el día acompañaba, era el típico día otoñal. Con una temperatura fabulosa, 17º. Poco a poco he ido dejando atrás el centro de Burgos, no sin hacer alguna fotillo, para en menos de una hora de paseo, súper agradable, enfilar el primer camino de tierra junto a un vivero y posteriormente ir en paralelo al centro penitenciario de la ciudad. No dejaba de ser curioso, de ir a oscuras y el primero, a ir el último y bien de día ya, pero como un señor.
No he tardo mucho en atisbar que por mucho que fuese el último en salir, no lo sería en llegar. Faltaban un par de minutos para que fuesen las 10 cuando he visto, a lo lejos, un peregrino que me precedía, en poco minutos le daba alcance, desde atrás, según me aproximaba, eran evidentes los síntomas de fuertes molestias en el pisar, iba tieso… al rebasarlo le he deseado buen camino mientras giraba y alzaba mi cabeza para mirarlo y deducir que era coreano, ¿por qué? Porque era asiático y de vez en cuando te encuentras japonés o chinos, pero coreanos hay siempre, pero siempre, siempre. En seguida le he debido dejar atrás. Yo empezaba a notar que alcanzaba ese momento óptimo para caminar y andar lo que me echasen, me sentía crecido, ligero, como si hubiese perdido más de dos kilos, iba como un reloj de bolsillo, como un señor!
No quedaba duda de que el día era puramente otoñal, los rayos de sol habían desaparecido y el cielo se había plagado de amenazantes nubes, lo que casi confirmaba la probabilidad de lluvia anunciada para hoy. Poco antes de las 10:30 comenzaban a llegarme lateralmente las primeras gotas de lluvia, no eran muchas pero si contundentes. Quería haber llegado hasta el paso subterráneo por el que había leído pasaría y alcanzaba a ver, pero la amenaza de fuerte aguacero era evidente y en plena subida al puente que cruza una circunvalación, protegiéndome de la lluvia lateral por un pequeño arbusto, he parado para cubrir la mochila con el impermeable, guardar la botella pequeña de agua dentro de la chaqueta y volver a iniciar la marcha, bien parapetado para evitar, en la medida de lo posible, la incidencia de la lluvia sobre mí y mis bártulos. La lluvia, acompañada de fuerte viento, empezaba a caer con fuerza pero a mí, plin! Yo iba bien protegido y como un señor!

Cuando he alcanzado el paso inferior del viaducto Arlanzón, que cruza la A-231, me he encontrado con una pareja y dos mujeres, supongo que coreanas, que estaban acabando de prepararse para el agua, ponchos impermeables las asiáticas, chubasqueros para ellos, impermeables para sus mochilas, la pareja de occidentales. Al tiempo que les rebasaba, confirmaba que, salvo avería, muy mal se tenía que dar la cosa para llegar a Hontanas y que no hubiese cama. Seguía lloviendo, pero no mucho, a veces más fuerte, a veces más flojo, con gotas, gotillas o goterones, llovía pero no molestaba, incordiaba más el fuerte aire, sobre todo cuando el camino giraba y este pegaba de frente, frenaba y obligaba a agachar la cabeza para proteger la cara, con la visera de la gorra, del agua. De este modo llegaba a Tardajos, primera referencia de sosiego y equilibrio grabada en mi hipotálamo para el día de hoy, mi lectura era muy positiva, llevo prácticamente un tercio del total de hoy… me quedan dos trocitos como este. Mi sensación es que todo iba de perlas, porque lloviendo y todo, yo iba como un señor!

En Tardajos he parado solo en el bar que había, al otro lado de la carretera, sin quitarme la mochila ni nada, porque he visto que podía comprobar la primi, bonoloto y demás y volver a echarla… para mi desgracia no me ha tocado ni un reintegro, y para mi suerte y tranquilidad no he cogido ningún gran premio! Me explico, cuando he empezado a caminar de nuevo he pensado, anda que si me toca aquí! Si llega a decirme el tipo que ha comprobado los boletos que tengo chiquicientos millones, tropecientos mil euros!!! ¿¿¿Qué hago??? Como para ponerme a andar por estos caminos yo solo y con chiquicientos millones, tropecientos mil euros en el bolsillo, con gente que lo sabe! Quita, quita! Mejor que no me haya tocado, he pensado, ya habrá momento para ello, ahora no toca que toque, además, quien lo necesita ahora que justo voy como un señor!

Cuando he atravesado Tardajos no llovía, pero el día seguía siendo el típico día que cualquiera definiría como desapacible, nublado, lluvioso, con viento, pero con una luz, que hacia lucir más cada rincón del pueblo, tanto las calles que llevaban plaza, como la propia plaza y su iglesia, o una nave grafietada con mucho gusto. He parado un momento en la ermita que había a la salida, he observado que salían unos peregrinos y he decidido parar para simplemente hacer una foto desde fuera y otra interior, al tiempo que aprovechaba para dar gracias por todo en general y por poder estar disfrutando del Camino un año más. No me ha llevado todo más de tres minutos y he retomado el camino incluso más mejor de lo que ya venía… os podéis imaginar cómo, no?

 

 

Desde este punto en adelante todo ha sido encontrarme con un goteo de peregrinos a los que, poco a poco me iba acercando, rebasando y distanciando. Las grises nubes han dado paso al sol y a otras grandes, pero bien formadas y blancas, y el viento, que no ha cesado en ningún momento, servía para secar con rapidez la lluvia recogida en la chaqueta, la gorra y hasta las zapatillas. Aproximadamente una hora y media después llegaba a la segunda referencia del día en el subconsciente, Hornillos del Camino. Llevaba recorridos, más o menos, dos tercios de la jornada de hoy!!! Ya solo me quedaban diez u once kilómetros e iba que no me estaba ni enterando, pero debía parar, aunque fuese un momento para, hincar el diente a dos trozos de chorizo y jamón, con un poco de pan y un trago de vino, y para rellenar la botella pequeña de agua, la de medio litro, con la botella grande de dos, cargada hoy solo hasta la mitad, una táctica sencilla para aligerar un kilo más la carga… hoy no llevaba 2,5 litros de agua, hoy cargaba de inicio solo un kilo y medio de agua. Todo suma, o mejor dicho, todo resta… de ahí que, después del sufrimiento de ayer, llevara hoy lo que llevaba y fuera pues eso, como un señor.

 

 

Después del almuerzo a la puerta del coqueto Hospital de Peregrinos de Hornillos, más rápido de lo habitual, por culpa de alguna avispa, he emprendido nuevamente el camino con el objetivo de estar en aproximadamente dos horas en el destino. Dos horas de mucho viento, algún charco, alcanzar a peregrinos a lo largo del sendero que surcaba los campos, previsiblemente de cereal, pero aún en preparativos, para que a eso de las 15:10 llegar a Hontanas, me hiciese el correspondiente selfie certificando la llegada, de postureo y para información y tranquilidad de los míos, y después de hospedarme, estirar, ducharme y comer, ponerme a escribir, eso sí,  con una copa de ribera a mano, como lo que soy,… como un señor!

 

Y mañana más!

#Buencamino

Pd.- Hoy he cambiado ver amanecer en el campo por llevar 3,271Kg menos a la espalda! Sin duda, una muy buen decisión… la suerte, que a veces está en el último pétalo de la margarita.