Camino Francés 2017 · 3ª jornada · El CAMINO MURIÓ, esto es una evolución maldita…
Se suele decir eso de no hay dos sin tres… pues eso, ya llevamos tres!
Día raro el de hoy, no por nada en particular pero si por todo en general, me explico; mejor dicho, intentaré explicarme:
El día empezaba aparentemente como está siendo costumbre. Salto sigiloso desde la litera superior unos minutos antes de que suene el despertador, coger el hatillo preparado la noche anterior, hecho con el propio pareo que hace a la perfección funciones de toalla, pero con menor volumen, peso y de secado mucho más rápido. En su interior la ropa del día y la bolsa de aseo. No muy ortodoxo pero fácil de localizar en la oscuridad y garantiza no perder nada antes de llegar al baño, o sea que ortodoxo no, pero si práctico ????
El albergue tenía fijada la hora de toque de diana a las 7, pero a tenor de la poca “marcialidad” mostrada a la hora del silencio la noche anterior, se preveía y detectaba cierta flexibilidad que a alguno le invitaba al remoloneo, algo que Marian también ha aprovechado para al final levantarse a las tantas… por lo menos eran las 06:15, vamos, lo que Herrera llamaría una camastrona!
Tras su duchita de rigor, el “maravilloso” vasito de agua con limón y un yogurt que nos sobró del día anterior, enfilábamos la calle a las 7:28 (menudas horas), eso sí, sin parada en ninguno de los bares a nuestro paso, emplazando el momento café y tostada al primer pueblo que distaba a 7 Km y al que previsiblemente llegaríamos en aproximadamente hora y media.
En el trayecto desde Santo Domingo de la Calzada hasta Grañón no hay mucho que destacar… entre que aún no había amanecido, aunque si clareaba casi lo suficiente como para no precisar de linterna, que el camino era de zahorra, homogéneo, sin estar flanqueado por árboles, arbustos, zarzas ni tan siquiera cultivo alguno, la verdad es que salvo la estelar aparición diaria a nuestras espaldas de un sol perfecta e imponentemente circular y de un naranja arrebatadoramente brillante, poco más que añadir… bueno sí, que una y no más, Santo Tomás!!! sin desayunar en condiciones nunca maix… no habían pasado ni 45 minutos y ya estábamos deseando entrar en Grañón y que saliese a nuestro encuentro un café y una tostada… como dice Marian, que de esto también sabe, para poder salir a desgastar primero tienes que haberle echado al cuerpo algo que gastar.
A las 09:10 nos tropezábamos con el primer bar en Grañón y además del café y la tostada nos llevábamos la confirmación de que esto del Camino ya no mola tanto… quizá porque en cierto modo se ha puesto muy de moda, se ha masificado y ha perdido no solo gran parte de su encanto, sino sobre todo ha perdido la esencia, esa filosofía intrínseca al Camino, se ha convertido en algo distinto, respetable pero radicalmente distinto a lo que el Camino era, o al menos así me llego a mí que fue y que era, hasta no hace tanto. Pondré algún ejemplo para intentar trasladar mi percepción.
Relato del desayuno de esta mañana en el bar del primer pueblo que encontrábamos:
Entramos a un pequeño barecillo de pueblo, con cierto aspecto de modernillo, tipo colmado minimalista… con un poco de todo, pero como que bien presentado y en el mejor ambiente rural posible… que si media docena de plátanos y ocho manzanas por aquí, que si unos pañuelos de papel y unos Compeed por allá, unos pins, chapas y demás abalorios colocados estratégicamente en el escueto mostrador, un par de mesitas altas modernitas en el interior y media docena de mesas de las de toda la vida junto a la puerta de acceso al local… según estoy pidiendo en la barra y antes de acabar de pedir un café con leche y un cortado, me ofrece una lista en la que se pueden leer los distintos tipos de desayunos, tiene con tortilla española, con sándwich mixto, croissant, tostadas de tal, de tal y tal de pascual, de bla, bla, bla… y si además elijo el completo, con zumo de naranja el precios es… ¡NO, no gracias, únicamente quiero los cafés que le estaba pidiendo y una tostada de aceite con mermelada y otra de aceite con tomate”… ah! pues es que las tostadas las tenemos de mantequilla y mermelada, de aceite o de tomate, de nocilla…, pero no es posible de aceite con mermelada, ni de aceite y tomate… bueno salvo que pida una de cada, claro. “Está bien, póngame una de mantequilla y mermelada y la otra SOLO de aceite, GRACIAS!” perfecto, pues son 6,20€! Me dice su nombre y así le llamo para que venga a recogerlo cuando esté. Juro que he estado a punto de preguntarle si me lo iba a poner en un vaso de corcho blanco con mi nombre escrito en él. Pero no quería hacerme sangre, que estoy en modo peregrino e intento vivirlo con cierta introspección. El remate fue que al ir a recoger el desayuno nos pide que si desayunamos fuera, cuando terminemos seamos tan amables de devolver la vajilla (dos platos monííííííísimos alargados, dos tazas de café de hostelería ordinarias, dos cucharillas metálicas normales y un cuchillo ¡¡¡de plástico!!!
Quién me conoce sabe que no soy un “exquisito” ni exigente en el servicio a la hora de tomarme un café y que en todo caso huyo de la famosa cadena de cafés aguachirris con innumerables opciones de aliño, servidas en vaso de corcho blanco, cartón o plástico y vendidas a precio de pelotazo de hielos gordos en cualquier bar de copas… pues eso, que el camino ya no es lo que era… incluso a la hora de echarte un café en un pueblin, porque no olvidemos que esto sucede hoy en Grañón, el último pueblo de la Rioja que atraviesa el Camino de Santiago, lindando ya con la provincia de Burgos y con 275 habitantes según el censo de 2016… es que lo he buscado, porque con todos mis respetos, nos hemos vuelto locos, algo más de mil pesetas por dos cafés y dos tostadas, en un pueblo como este y con autoservicio… flipo!
Tras el calentón de café, reanudábamos la marcha para en poco más de media hora llegar al límite autonómico y 40 minutos después llegar a Redecilla del Camino. Solo dos kilómetros más tarde llegábamos a Castildelgado y dos más allá alcanzábamos Viloria de Rioja, donde aprovechábamos para hacer nuestro almuerzo diario, al mejor precio y con un autoservicio acorde a un peregrino como este. Eran las 11:30 cuando volvíamos a las andanzas y con 10 km por delante para llegar al destino y un último pueblo, a mitad de camino, Villamayor del Rio, antes de llegar a Belorado.
Hoy, la cercanía de la N-120 que une Burgos con Logroño y su constante trasiego de vehículos impedía disfrutar de los sonidos naturales. Además hoy tocaba divisar constantemente campos arados, ocres, pardos, marrones. Grandes extensiones de terreno, parceladas y delimitadas por caminos de grava o zahorra, rectos y perfectamente definidos, en líneas prácticamente paralelas y perpendiculares que parecían haber tomado como referencia la propia carretera Nacional. Hoy no ha sido un día de grandes experiencias sensoriales, hoy ha sido caminar, caminar y caminar por esos senderos, intentando aprovechar para pisar sobre las delimitaciones laterales de hierba buscando un terreno almohadillado que hiciese más agradable cada pisada y atenuara alguna molestia.
A las 13:42, tras algo más de 23 kilómetros alcanzábamos la puerta del ansiado albergue municipal El Corro… lo que podríamos definir como un “albergue rural o albergue con encanto” ????
Mañana espera una etapa un poquito más larga… 27km! y esperamos poder llegar, según lo previsto inicialmente… Agés, espéranos, que mañana vamos, o al menos lo intentamos.
Buen Camino!