Camino Portugués 2018 · 5ª jornada
Quinta completada! No sin sufrimiento… pero eso, es ya pasado!
Ahora, ya en Padrón, tras la ducha, la cremita y masaje en los puntos más castigados, además de bien comidos e hidratados… la cosa se ve distinta, las dolencias dan tregua perdiendo notoriedad, al menos hasta mañana a eso de las 11:30 o 12:00, cuando llevemos nuevamente entre tres y cuatro horas caminando… y vuelva a hacerse notar!
Esta quinta jornada daba comienzo de manera similar a las anteriores… cierto es que he retrasado con voluntariedad el toque de diana… Lo tenía pautado a las seis y aunque veinte minutos antes estaba dispuesto a incorporarme, sintiendo a mi compañera profundamente dormida, y teniendo en cuenta su sufrimiento en la jornada anterior, así como que la de hoy iba a ser, en principio más liviana, he decidido posponer una hora el toque de trompeta.
A las 6:55, ya duchado y atusado, solo a falta de untar bien de vaselina ambos pies y cubrirlos con los calcetines del día así como de calzar mis incondicionales zapatillas santiagueras, abría la puerta del baño desde dentro y Marian tomaba consciencia de que era hora de incorporarse para, paulatinamente, proceder con la rutina diaria y “echarse al monte” para hacer frente a la penúltima jornada, llegar a Padrón y desde allí, tras hacer noche, envalentonarse e ir a por Santiago, ya que él no vendrá a por nosotros y es un trámite que, una vez puestos, hay que pertrechar! Si o si…
A las 07:41 salíamos de la pensión “La Moderna”… ¡¡modernísima!! (algún día haré publico los detalles de los hospedajes… no hay desperdicio) y lo primero, a parte del selfie matutino obligado, era cruzar la calle para desayunar en una pastelería-cafetería que ya llevaba rato sirviendo cafés y bollería recién horneada, reclamaba más la atención de los aún contados transeúntes el aroma que desprendía la levadura y las harinas pasadas por el horno, que los luminosos y el escaparate del local haciendo esquinazo.
Hemos entrado, dejado equipaje y palos junto a la entrada y acercado al mostrador para pedir un café con leche desnatada y un cortado con leche fría, más dos tostadas de pan, una con aceite y mermelada, la otra con aceite y tomate. Una vez servido en la mesa donde nos hemos acoplado dispuestos al trámite del desayuno, nos han entregado el pedido; tal cual en el caso de las tostadas, no así en el caso de los cafés… un con leche desnatada y otro cortado con leche fría… El con leche ha resultado ser un cuenco de leche con café, prácticamente lleno, cercano al medio litro de aforo. El cortado, bien podía pasar por una mediana… yo di fin de mi mediana, Marian rodeo varias veces la suya pero finalmente no pudo ni con medio largo… eso sí, del pan no quedaron ni las migas.
Una vez hecho frente a la factura… 4,60€ y sin churros ni bizcocho de chocolate gentileza de la casa, pero sí un mini tubo de zumito de naranja, salíamos del local y caminábamos escasamente 30 metros en busca de la senda peregrina. Eran escasamente las 8 de la mañana, el cielo aún no se dejaba ver, solo se intuía en la oscuridad. La temperatura era quizá la más fresca en estos días, pero el ambiente y las sensaciones musculares y mentales invitaban a afrontar la jornada con alegría y el mayor optimismo posible… iba a ser una jornada maravillosa, sin pega, problema ni incidencia alguna… hoy estaba chupado… 18,5 km por delante pero los haríamos con la gorra…
Y así ha sido, yo los he hecho con la gorra, no me la he quitado en ningún momento hasta llegar a destino J. Hemos empezado caminando primero por las tenuemente iluminadas calles de Caldas, para poco a poco ir dejando atrás la población y sus barrios en el perímetro… cambiando las aceras y el asfalto de las calles urbanas y carreteras iniciales, por las pistas asfaltadas o carreteras locales sin apenas señalización horizontal que desembocaban en sendas y caminos de los que nos gustan, sin asfaltar, de terrenos húmedos, una base mullida de tierra, tamujas y otras hojas caídas. El cielo comenzaba a permitir su ubicación mostrando una mínima claridad, pero que le hacía diferenciarse del oscuro resto. Aunque el cielo ya se veía, el suelo a penas se intuía, por lo que era necesario apoyarse en la luz de la linterna usada también por el mismo motivo tanto la mañana del sábado como la del domingo. Me paraba a hacer unas fotos al preámbulo del amanecer al tiempo que nos alcanzaba un peregrino solitario que acompasaba su ritmo vivaracho adecuándolo al nuestro para caminar juntos un rato y departir al tiempo que veíamos donde pisábamos, esquivando algún charco y hendidura en el terreno.
El hombre resultaba ser un gallego, de la provincia de Pontevedra, ya en edad madura, más cerca de los 70 que de los 60, que de tanto ver gentes que de todo el mundo vienen a su tierra para peregrinar a Santiago, ha decidido hacerlo y comprobar en primera persona que es, que se siente y encontrarle un sentido o al menos… su sentido a esto del Camino. Hemos compartido conversación durante unos 10 0 12 minutos, no más, el llevaba buen ritmo, pero han sido suficientes para aprender algo… al menos una cosa… el porqué de las flechas azules que en este Camino portugués comparten protagonismo, aunque en menor medida y número, con las flechas amarillas que guía hacia Santiago y que las diferencia tanto el color como el sentido en el que señalan. Hoy hemos salido del error en el que estábamos al creer que las flechas azules guiaban para desandar este Camino de Santiago, que hemos visto “desandar” a varios peregrinos en estos últimos cinco días… la realidad es distinta aunque no exenta de similitudes… los peregrinos que hemos encontrado andando en dirección opuesta, en la dirección que señalan las flechas azules no están necesariamente desandando el Camino de Santiago, sino peregrinando a la Virgen de Fatima, que dista 280 km de la Catedral de Santiago… nunca te acostarás sin saber una cosa más!
Diez minutos de compañía ha sido suficientes para en una conversación distendida, aparentemente intrascendental, obtener una información que desconocíamos y que quizá un día pudiese hacernos ganar un quesito en una partida de trivial… o quizá no, pero el saber no ocupa lugar y siempre es mejor saberlo a desconocerlo… no?
Volvemos al Camino… hoy como ayer, como antes de ayer y como el primer día… ha sido una bendición, un deleite para los sentidos, una maravilla… senderos surcando bosques atemporales. Caminos que casi con total seguridad perduran desde hace años y años… por los que salvo, por desgracia, algún pañuelo de papel o alguna botella de plástico dejadas imprudentemente por algún peregrino, o algún calcetín perdido al descolgarse de la pinza que lo portaba en la mochila para que se secase, el escenario es el mismo que el de hace posiblemente cien años. En algunos puntos del sendero boscoso en el que los árboles parecen formar un túnel donde no se atisba el fondo, bien podría representar un túnel del tiempo por el que puedes ver venir a un peregrino a Fatima o un centurión romano acompañado de los suyos… o a Gustavo Adolfo Bécquer caminando de frente y hacerte sentir como el cansino histórico de José Mota… si, es una ida de olla, pero es que de verdad que mientras caminábamos por aquellos senderos lo hemos comentado Marian y yo… esto lleva aquí desde hace tantos años!!! ¿Cuánta gente habrá caminado por aquí y desde hace cuánto tiempo?… la cuestión la hemos zanjado reflexionando sobre que lo importante no es los años que lleve, sino preservarlo para que dure muchos más otros tantos por lo menos…
Reflexiones y desvaríes aparte, hemos hechos nuestras paradas de rigor, para beber agua y para soltarla. También para descansar y a eso de las once y poco para el obligado almuerzo, momento que mi Marian ha aprovechado para su momento Marianer’s… los que la seguís lo sabéis, algunos os meareis de risa con ella y sus cosas, pero vivirlo como cámara (o fotógrafo que ella me llama) no tiene precio… soy un privilegiado y además lo sé!
Después del almuerzo hemos continuado caminando por fuertes pendientes de zahorra de granito, de esas que se clavan en la suela del calzado y percuten en la planta del pie ensalzando las molestias que se arrastran. Han sido varias bajadas jodidas, por parajes preciosos, pero machacando e incidiendo donde más duele… que porque esto es el Camino, porque el entorno es precioso y porque además el que más y el que menos tiene su orgullo y sus cosas bien puestas y en sus sitio que sino, uno acabaría pidiendo un cabify , un uber, o mismamente un taxi…
La jornada de hoy estaba marcada con una distancia total de 18,5 km… finamente ha terminado siendo nuevamente más de 20, exactamente 20,890 marcaba el contador de endomondo… Marian lo ha llevado mejor que nunca, parando varias veces para quitarse las zapatillas, los calcetines, darse masajitos con vaselina, mandando y llevando firme y derecha a su Mrs Hyde… pero a escasamente un kilómetro del hospedaje, la Doctora Jekyll ha estado a punto de perder su batalla interna… por suerte ha sacado fuerzas de flaqueza antes de alcanzar con la vista el Hostal Flavia, no sé qué hubiese sido de ella, de nosotros y de este final de Camino, si llega a descubrir justo en plena flaqueza el lúgubre y penoso aspecto que ofrece por fuera la morada de hoy…
Por suerte, tras la ducha y cremas de contraste y salir huyendo del hostal para comer algo en un lugar, en el que recuperar el apetito, volvemos a ver con optimismo, alegría y deseo el destino que mañana nos espera… aun distante, sí, pero que es eso con lo que ya llevamos… más de cien kilómetros en cinco días… Santiago está ahí y mañana, si nada lo impide volveremos a sentir la emoción de llegar primero hasta Santiago de Compostela, después a la Plaza del Obradoiro y por último a abrazar al Santo para agradecerle y pedirle todo lo que llevamos apuntado… porque mañana… mañana aún hay más!!!
Buen Camino!