The end ’16 · EL OBJETIVO

En Alcalá de Henares… ya!  (22 de diciembre 2016) día de la Lotería de Navidad.

¿Qué puede haber detrás? ¿Qué me puede motivar para estar todo el verano sin coger vacaciones? Salvo los dos días que me había cogido en abril, para ir a la Feria a disfrutar con mi gente de Sevilla, con Marian y Carlos; dos viernes consecutivos a primeros de julio, para llevar y traer a mi hijo y a mi madre de la playa y una semana a primeros de septiembre para pasar las primeras vacaciones siendo abuelos, todos en familia… ¿Qué puede hacer que me reserve una semana a mediados de diciembre para irme a andar por caminos desconocidos, previsiblemente solitarios, a pasar frío, penurias y a acumular fatiga? La respuesta creo que se ha podido ir intuyendo, leyendo, percibiendo en cada uno de los escritos anteriores… disfrutar una experiencia única, posiblemente irrepetible. Vivida con todo el sentimiento posible, con los cinco sentidos predispuestos, cada uno de ellos por separado, en cadena o al unísono a ser despertados, sorprendidos o conquistados a cada paso del camino… todo ello sin forzar a nadie, sin necesidad de que nadie tuviese que sufrir junto a mí, yendo al ritmo que el cuerpo me pidiese marcar, sin arrastrar o empujar, sin ir pendiente de nadie, ni que nadie fuese pendiente de mi… porque el Camino se disfruta, mucho! Pero también se padece…

El Camino, aunque pueda parecerlo, no es un paseo. Cuando diariamente se caminan entre 20 y 30 km, día sí, día también, con una pesada carga sobre los hombros, a la espalda… el Camino se sufre. Cuando el llano se torna en moderado ascenso y este a su vez empieza a transformarse en rapa, en fuerte rampa, los pasos cada vez se dan más cortos, la bota que se adelanta, en ocasiones, está a más centímetros del eje en plano que de distancia don respecto a la bota que queda a trás. Cuando inclinas el cuerpo hacía adelante para contrarrestar el efecto que la gravedad ejerce sobre la mochila, además de para equilibrar, para evitar que está te arrastre por la pendiente. Cuando la respiración gana protagonismo y se incorpora como principal instrumento a la banda sonora que acompaña el caminar… en ese momento te sale un “¡¡¡ la madre que pario a Paneque!!!¨, sino otro improperio espontaneo que evidencia principalmente una cosa… no está siendo nada fácil, se está sufriendo y en ese momento es cuando se reflexiona y se confirma que lo que estás haciendo merece la pena… y mucho. Inexplicablemente, es un contrasentido pero, así es.

Sé que es una frase muy manida por mí cuando hablo o escribo sobre el Camino pero es muy cierta. El Camino es como la vida. La repito hasta la saciedad pero esto también es así. En la vida no todo es color de rosa, ni el monte es todo orégano, ni El Camino es solo disfrutar… lo que pasa es que como se suele decir en muchos otros ámbitos, al Camino también “hay que ir ya llorado de casa”. ¿Cómo no vas a tener rozaduras, ampollas, dolor en dedos, planta, huesos y articulaciones del pie? ¿Cómo no te van a doler los tobillos, los gemelos, tibiales, cuádriceps, isquios? Vamos lo que vienen siendo las piernas, desde la punta del tercer dedo (el más adelantado en mi caso) hasta el glúteo… hay momento en los que el dolor se agudiza más en un sitio que en otro… ahora en la espalda, ahora en el gemelo izquierdo, luego es el tibial derecho, el hombro de un lado… en fin molestias hay, por supuesto, y es inevitable… sobre lo que sí estoy convencido que se puede actuar es sobre la intensidad del dolor… ahí la mente creo que es la mejor aliada. Siempre que por supuesto no se trate de una accidente grabe, rotura o lesión seria, claro está. Intentaré explicarme utilizando un símil.

Los dolores son como algunos jefes! No, no es un disparate ni un atrevimiento. Creo que todos en algún momento de nuestra vida, aunque también hayamos podido ser jefes, hemos tenido otros jefes, uno o varios… como los dolores… se podría incluso sustituir lo de jefes por profes… pero yo de los profes hace ya tanto que no me acuerdo casi y prefiero centrarme en lo que tengo más reciente… digamos que los últimos 25 años, vale? sigo con el símil! ¿Quién no ha tenido un dolor que le haya llevado a decir…? “No puedo con él, me está matando, va a acabar conmigo” o un jefe que te haya llevado a pensar, “yo con este tío (o tía) es que no puedo. Voy a durar 3 días”… y al final ni el dolor te mató, ni la predicción de tres días se cumplió. ¿Por qué? Pues sencillo, lo que la mente y el cuerpo hacen es irse acostumbrando al dolor (y al jefe), se podría decir que es un reflejo de supervivencia… pero lo mejor de todo es que la mente la podemos controlar, podemos manejarla para acelerar ese proceso… se llama mentalización y, en el caso del dolor, podemos restarle importancia y bajaremos la intensidad. Cuando se está en el Camino lo ideal es ocupar la mente en el cometido principal, avanzar, dar otro paso y otro, y otro más, esto nos llevará al próximo punto donde poder parar, descansar, relajarse, descansar de la parada y olvidar los dolores mientras se disfruta, por ejemplo, de un almuerzo… puede que hasta el dolor llegue a desaparecer… con los jefes pasa igual… hay que centrase en el cometido principal, avanzar y avanzar, hacer tu trabajando para alcanzar el próximo punto de parada, la hora de salida, y llegar a casa y descansar y disfrutar de tu verdadero entorno, tu familia, tus amigos, tus perros… eso te hará olvidar a tus jefes… y al igual que los dolores, un día te levantaras y quizá los dolores hayan desaparecido… y llegaras al trabajo y tu jefe, tus jefes, puede que también… puede que hayan emprendido nuevos proyectos, o que se los haya tragado la tierra, el caso es que ya no están, ya no hay dolor.

Dolores y quebraderos aparte. Cuando tome la decisión en firme de hacer el Camino, una vez lo tenía bien planificado, organizadas las paradas, localizados los albergues, el medio de locomoción. Un plan “a” y un plan “b”, en función de las posibles adversidades climatológicas que se pudiesen dar a la hora de partir hacia un punto u otro, desde el que empezar a caminar y vivir la experiencia. Mi familia, sobre todo Marian y mi madre, aunque yo estaba seguro, ellas tenían sus dudas, sus miedos, temían que… “tantos días, solo, sin casi gente por allí, tantos kilómetros” (algo más de 160),” me podía pasar algo, que se yo, te caes por allí, te pasa cualquier cosa, no te ve nadie”… tenía que tranquilizarlas, no podía ser que yo me fuese y ellas se quedasen sufriendo. Las prometí que no me iba a pasar nada, que estaríamos en contacto diario, no permanente pero si diario, a través de whatsapp varias veces a lo largo del día y que las llamaría después de llegar al destino marcado para cada día, me baje hasta una aplicación que en caso de emergencia, con solo activarla y confirmar con un click, llamaba a emergencias 112 y enviaba un mensaje al móvil a Marian y Alicia. No me iba a pasar nada, pero insisto, no podía irme a disfrutar de una experiencia y que ellas se quedasen con el corazón encogido… creo que tras mucho hablarlo y transmitirles mi tranquilidad, creo que al final estaba casi conseguido al 90%

Siempre he creído que cuando las cosas que vas a hacer que te apetecen mucho, mucho, mucho, las empiezas a preparar con mucha antelación, las empiezas a disfrutar desde ese momento, poco a poco… como cuando en lugar de decorar toda una casa o una habitación de golpe, lo vas haciendo poco a poco…ahora encuentras esta lámpara, la compras, y la colocas en este rincón, mira que mona, que bien queda, luego colocas junto a esta esa mecedora que tenías por ahí, pero no sabías muy bien donde ubicarla. Más tarde colocas una labor que ha hecho Marian, y finalmente unos cuadros que te ha pintado una amiga, y cuando te quieres dar cuenta el rincón está precioso y lo has ido disfrutando a medida que lo has ido complementando… cada cierto tiempo incorporándole un nuevo detalle, complemento… Pues los preparativos de un proyecto ilusionante pasa algo parecido. Empecé con los preparativos de este Camino allá por febrero, marzo… cuando se confirmaba que en verano íbamos a ser abuelos y era tontería planificar nada… ahí tomo fuerza la idea de hacer el Camino sin nadie a mi alrededor. María se cogería días en verano, cuando naciesen los nietos, en función de los que Alicia y Patricia necesitasen. No de manera continua, pero si cada cierto tiempo, iba mirando opciones, paradas, posibles alojamientos, teniendo en cuenta que lo iba a hacer a final de año, pero aun sin mes ni días concretos… así hasta tomar la decisión de las fechas. Lo empezaría justo después del cumpleaños de mi madre. El día 13 de diciembre ella cumpliría 79 años. Yo estaría aquí para celebrarlo y verla soplar las velas. Al día siguiente cogería el tren y el día 15 comenzaría Mi Camino.

El día 14, cuando a las 06:23 salía de casa, con la mochila sobre los hombros y el palo en la mano derecha, cerraba la puerta desde fuera, sin llaves (era tontería cargar con ellas, alguien me abriría cuando volviese), cogía el ascensor para bajar, salir a la calle y dirigirme a la estación de cercanías, que está a 2 minutos de casa, coger el tren que me llevaría a Chamartín, allí otro a Hendaya, otro más a Bayona y un último a Sant Jean del Pied de Port… en ese momento en el que cerraba la puerta de casa, supe cuál era mi verdadero objetivo durante los próximos días en el Camino… mi objetivo tenía que ser cumplir mi promesa. La que les había hecho a mis seres más queridos, debía VOLVER.

Tenía que hacer todo lo que tenía previsto y más… tenía que disfrutar, sufrir, reír, sonreír, llorar, emocionarme, cansarme… vivir la experiencia como si fuese la última vez, sabiendo que seguramente era la última vez, pero sobre todo tenía que ser prudente, hacer lo que todos me habían dicho en casa y fuera… “cuídate mucho”, porque mi objetivo era ese VOLVER, disfrutar cada día desde Sant Jean a Logroño y cuando mis pasos me alejasen del Camino de Santiago, reconducirme para recuperar MI CAMINO, ese camino lleno de maravillosas rutinas en las que estáis todos…

Reencontrarme tras la llegada a la estación con Mi Rubia y fundirme en un beso y abrazo, con Carlos, llegar a casa y besar y abrazar a mi madre (después de que Coco y Botón me dejasen pasar a casa, saltando, correteando a mi alrededor y tumbandose delante de mi para que les acariciase). Ir ahora, en un ratito, a casa de mis niñas de mis amores, Alicia y Patricia, abrazarlas y besarlas, antes de disfrutar de mis queridos nietos, Alicia y Manuel, con suerte también a la adorable Susana y aprovecharé para contarle alguna anécdota gatuna del camino.

Acercarme esta misma tarde a Albares, a dar «una vuelta a la casa», y tropezarme con la buena gente del pueblo, Quizá saludar levantando la mano según pase con el coche a Paco «el Mangas» que estará en el taller a la entrada del pueblo, a Adón que no descarto lo vea andando por allí sea la hora que sea, y da igual para arriba que para abajo; saludar y desearles Feliz Navidad a Enrique, vaya o venga a echarle de comer a los «bichos», a Estefana (su mujer) saliendo o entrando de su casa que está junto a la nuestra, Acercarme al Abuelo para echar un botellín y desear igualmente Feliz Navidad a La Paca, Sonia, Isa, a Jorge y Goyito… a todos lo que por allí estén echando la partida, un café o un vino o botellín. Pasar por la tienda para, con la escusa de comprar huevos, saludar a la Rosa y desearle lo mismo. Ir donde Alicia y Pedro para darles un beso un abrazo, charlar un rato mientras me tomo una cerveza con ellos y llevarles una caja de albariño que teníamos por aquí para ellos… en definitiva recuperar mi cotidianidad albareña, que me equilibra, descongestiona y da paz en mi camino habitual… hoy no creo que vea todos pero poco a poco iré viendo a Sofía, a Aurelio el de la guindalera, a Michel, Mónica, a Rubén, Teo, Pablo (Gorgorito), Camisilla, a los compañeros de teatro Montse, Tomasa, Leti, José Antonio, Blanca,… a Reme, a Tomás (el actual alcalde) a a Rober, a Toñin… al mañoso ebanista del pueblo, José, que hizo la reproducción a escala de la iglesia de Albares, por fuera y por dentro, a Gloria, su mujer. Tener una cenita con Jp y Virginia vecinos de pueblo y de trabajo, ellos de Mondéjar nosotros de Albares, ellas en A3, nosotros en PBS…

Llamar a Rafael y/o Maria Jose, para quedar con ellos, llevarles otra caja de albariño, darles un beso, un abrazo y tomarme otra cervecita con ellos (no me he bebido ni una desde el día 13 hasta ayer que llegue a casa, me tome solo un par de tragos de una litrona). Con un poco de suerte desearle también Feliz Navidad a Javier, igual que a sus padres… espero poder ver muy pronto a mis queridos amigos y a sus hijas… Triñaque, Aurelio, Carla, Alejandra, Paula y al «putativo» Rafael para echar un algo de beber y de picoteo mientras comentamos andanzas y celebramos la Navidad.

El día 24 llamar a mis tías Rosario y Marisa, para desearles una Feliz Noche Buena, a ellas y a mis primos. mandar algún mensajito o hacer alguna llamada a esos amigos de siempre… a mi Olatz, que tanta compañía me ha hecho con «las cartitas» suyas que me encontraba a mi llegada a algunos albergues, a Vanesa, a Laura, para felicitarla el día de su cumpleaños… a mi Antonio del alma!!! que lo adoro como a toda su gente… Paco, Carlos, Alvaro (el Coleta), Juan Andrés, y sus encantadoras y maravillosas mujeres, Valle, Maria José, Loli, Lali, la gran Carmen Carmona y su pedazo de marido, Carlos. El otro Carlos, Don Carlos Jiménez… el irrepetible David Alva y su mujer… el mítico Jesús Yedro (mi Margaro)…o el último descubrimiento de la última Feria… Nieves y todos y cada uno de los que nos hacen sentir como en casa cuando vamos a Sevilla y nos dan gloria bendita en su Feria.

Llamar a mis amigos, a esos con los que no hablo a diario pero si de vez en cuando hablamos y o nos vemos, mi Concha, mi MariConchi, a Paul, lo presente que le he tenido estos días en el Camino, cada foto que hacía (he hecho unas cuantas) pensaba, si fuesen los ojos, las manos, el talento y el equipo de Paulito… madre mía que fotos iba a hacer…. intentar montar una comidita, de las nuestras, con él, Rafa, Colino, Edu para contarnos nuestras cosas, y sobre todo para reírnos con nuestras tontunas hasta ainharnos… a Monica, mi Monipeny querida… a mi amigo Manuel, Manu, el que pudo ser mi compañero físico de este Camino pero el destino tenía escrito que otra vez será, seguro! llamar al Doctor, a «mi Doctor», mi amigo Andrés Blanquet para saber de él y de los suyos y darnos un abrazo por teléfono., A mi amigo Emi, el de siempre… hablar un rato de todo y que nos sepa a nada..

Ese día cenar 24 cenar toda la familia unida, con mis cuñados Chema y Mayte, mis sobrinos Nacho,María y los peques Alejandra y Nachito, Maite y Alex y ojala lo haga ya este año la próxima incorporación.. la encantadora Sandra. Cenar, hablar, comentar, brindar, reírnos especialmente con las cosas que se les ocurrirán a Alex y al «tonto» de mi cuñao… mientras celebramos, un año más la Navidad.

Dentro de unos días, el 29 concretamente, me incorporaré al trabajo y tendré la suerte de poder compartir mi tiempo laboral con todos mis compañeros… con los que forman el equipo en el que estoy, mi compañera de pupitre Laura, con Nano, aunque no sé por cuanto tiempo con los cambios recientemente comunicados, con Paula, que siempre esta soportando mis bromas metiéndome con ella, Oscar, el hombre del seguimiento de números desde Gran Vía… con el resto, con unos tengo mejor feeling que con otros pero siempre es un placer cruzarte y saludar a Mayte, siempre con su buen talante y de sonrisa fácil, a Elena la madrugadora, Yolanda (con la que comparto amiga común fuera del curro), a Nuria y su su Felipe, Josheeee para los amigos, A mi Chesco, compañero de fatigas, cervecitas, comidas y Camino… que me contará como están ese día sus niñas, Manuela y Silvia. Los compis de la tercera, los pocos que van quedando, claro… pero especialmente a mi Reichel, MariaTe, los siempre encantadores compañeros de Marketing… Sara, MariCruz, Yolanda, Ruben, Bárbara (con esa sonrisa que ilumina no solo su cara, sino también la tuya) Anita! Y los chicos y chicas de la segunda… Salud (mi Seilut), Susana, Luis, Willy, Paloma y la «gran» Mar. y la gente de Gran Vía, Gloria y Elena (las de toda la vida, 25 años ya) o las de hace poco pero que son igual de amor que ellas.. Ana, Olga Azucena y la incombustible o combustible (según se miré) Flora…

Buscar y encontrar un día un hueco un rato para compartirlo con mi gente, con Vicente para salir a darnos una caminata y charlar,

Y poco a poco estar inmerso en esto, en lo que es mi camino, mi día a día con mi gente y con la que se irá incorporando… por que este, este si es MI CAMINO… ese otro es el Camino de Santiago… al que siempre desearé volver…