Rutinas…
3ª 2020 – Ponferrada – Villafranca del Bierzo
En resumen, hoy ha sido, lo que me engancha, enamora y atrae en el Camino…
El día arrancaba habiendo descansado y, además, dormido del tirón!
Las dos primera noches fueron un tiovivo durante las horas de sueño; si la primera noche no prolongué el sueño más de cuarenta minutos, la segunda, en Foncebadón, dormí tres horas seguidas para después, a las dos, desvelarme, leer, escribir algo, e incluso volver a intentar dormir, eso si, sin éxito pero conformándome con el engaño, en cambio, esta noche, dormí del tirón desde las once y media, aprox, hasta las cinco y cinco que me desperté y miré la hora por primera vez… luego me entregue a un ratito de arrullo estéril, intencionado… para hacer tiempo y molestar lo justo al francés con el que he compartido cuarto y con el que crucé no más de minuto y cuarenta y cinco de conversación antes de dormir, cuando ya estaba yo “ensacado” y el hacía acto de presencia en la habitación, identificándose, sin decirlo, como propietario de los enseres depositados junto y sobre la cama inferior de la litera que había frente a la mía.
A las 06:10 echaba pié al frio suelo de terrazo del albergue para empezar con mi “rutina diaria”; como de costumbre todo pasa por hacerme con lo necesario para la ducha matutina, algo que cada noche dejo al alcance y bien localizado… las chanclas, colocadas en perpendicular al colchón (o camastro), que me calzo sin necesidad de mirar… como aquellos pases de Laudrup mirando al palco… el pequeño neceser, el pareo (por lo general colgado para que se oree y vaya secando después de la ducha “reparadora” tras la caminata), y la camiseta elegida para que sude conmigo la jornada.
Tras la ducha, y resto de necesidades, el objetivo es recoger todos los bártulos, provocando las menores molestias posibles, sacándolas de la habitación (si es compartida) y depositándolas en una zona de uso común para, una vez todo allí, ir organizando, guardando y colocando todo sin que nada se olvide… pero antes de cerrar la mochila hay que llevar a cabo el necesario e infalible ritual de “la vaselina”…
Con los pies bien secos después de la ducha, un buen masaje con un poco de vaselina primero y luego untando una generosa capa en las zonas más sensibles para evitar, en la medida de lo posible, que el daño producido por el constante roce siga in crescendo. Con todo esto hecho, “y chequeado” solo resta ponerse las medias o calcetines (ajustados y sin costuras), calzarse las zapatillas o botas, echarse la mochila a la espalda, coger el bordón, y tras salir y mirar atrás, dando gracias por el cobijo de esa noche, hacer el “selfie” de rigor, enviarlo a la familia, arrancar las APP de seguimiento (Endomondo y Relive en mi caso) y compartir ubicación, en tiempo real durante ocho horas, con Marian, Alicia y Carlos… y como todos los días… empezar a caminar… que es para lo que hemos venido aquí, no?
Hoy, mientras hacía tiempo para levantarme, además de ojear WhatsApp y RR.SS., echaba un vistazo a la previsión del tiempo, por saber y poder opinar sobre si habían acertado… La información que me arrojaba la app del tiempo, tras mi último contacto con la realidad, cuando volvía la noche anterior al albergue, despues de estar escribiendo en el bar que había enfrente, a escasos 150 metros, era maravillosamente sorprendente… 11 grados. Nuboso a esas horas. Soleado a media mañana… Yuuujuuuuu!!!! Subidón!!!! (En el Camino, como en la vida, el que no se alegra es porque no quiere, motivos siempre hay…)
Con el “briefing” recibido (guiño sarcástico a mi profesión), el día pintaba de maravilla! Por lo que ni cubrir la mochila con el impermeable, ni chubasquero… hoy camiseta térmica, chaqueta de travesía, gorra y mis zapatillas… el día podía ser un paseo…
Comenzaba a caminar por las calles de Ponferrada con “una madrugá” fantástica, tirando a cálida (para eso de caminar con mochila). La humedad, temperatura, viento pausado, la luz… todo era idílico… parecía mentira que fuese real con el frío de la tarde noche anterior y con lo que pronosticaban una semana antes… pero… oye, es lo que hay… lo que había a esas horas…
La salida de Ponferrada ha sido preciosa y la he vivido de maravilla… todo acompasado al día y al momento… después de caminar unos cientos de metros por las calles céntricas y llegar al castillo, he llegado a una plaza, coqueta, qque me ha conducido a una escalinata descendente que, al verla, sabía sería un test fantástico para comprobar como me encontraba realmente tras la “fatiguita” de ayer… tras bajar todos escalones, cómodos por distancia y altura, pero muy numerosos, he podido comprobar, contra pronóstico, que estaba en perfectas condiciones, sin ninguna dolencia sería, quizá alguna pequeña agujeta… y las agujetas es sabido como desaparecen, no? … con ejercicio!
Al poco de caminar me topaba con un parque maravilloso, junto a la orilla del río, que me recibía engalanado con sus mejores atuendos otoñales… PRECIOSO!!! Aún no había amanecido, pero ya no era de noche, los murmullos del alba empezaban a desperezarse… todo ello vestido de gala para la ocasión, con sus mejores telas teñidas de ocres, manchadas del débil verde del momento y un sin fin de matices entre el pajizo y el dorado, pero también entre el dorado y el wengue… una paleta de colores dispar al tiempo que homogénea.. difícil de creer y más de explicar…
Poco a poco iba dejando atrás la gran Ponferrada e iba topándome con poblaciones más pequeñas, residenciales, zonas muy chic, casoplones, algunas con terreno para hacerse un campo de golf de, al menos, ocho hoyos… pero sin arrogancia, más bien con discreción a raudales, pero con tres coches tras la valla, en la entrada, que no todo empresario se puede permitir…
El escenario y decorado que hoy se abría ante mis ojos a cada paso era más deslumbrante… empezaba con las galas del parque ponferradino, continuaba con el alfombrado caduco de la zona residencial… durante mi caminar por la carretera que me llevaba, primero a Columbrianos y después a Fuentes Nuevas, mirar a izquierda y derecha era una gozada continua, con unos cielos arrebatadores, cubiertos, proyectando una luz idílica para capturar los paisajes a ambos lados de la carretera… caminaba sobre asfalto… las vistas lo convertían en algodón… pero faltaba lo mejor.
Llegar hasta Camponaraya ha sido un caminar sobre un suelo firme estipulado, de nueva generación comparado con lo de ayer, hoy ha tocado, principalmente, caminar sobre asfalto, posiblemente más del 75% lo haya hecho sobre este firme, pero si ser amigo del asfalto, hoy lo hemos agradecido, mis pies y yo.
Después de atravesar Camponaraya y dejarlo atrás cruzando el puente sobre la A-6, tras andar unos metros… de repente, se ha abierto ante mi el mayor espectáculo festivalero cromático paisajistico imaginable, para mi hasta el momento, en tierras leonesas… Que BARBARIDAD!!! Que DERROCHE!!! Que EXCESO!!! Que DELICIA!!! Q U E L O C U R A de colores!!!
Desde Camponaraya hasta Cacabelos, en escasamente 6 kilometros, me he vuelto loco haciendo fotos, videos y embobándome con los paisajes… brutal!!! La multiple variedad de colores otoñales en su totalidad ofrecidas en aquel lienzo viviente… si, soy un moñas, pero allí, con aquel silencio solo salpicado por trinar de pajarillos y el discurrir natural del agua puntualmente en algún cauce, se me han saltado las lagrimas más de una vez… por el entorno, el cuadro y mis pensamientos, claro está. Hasta el momento todo iba de manera inmejorable… sin molestia alguna, disfrutando y dando gracias por el expendido día que había amanecido. Algo muy muy importante!
Mientras paseaba (para mi lo era, a pesar de cargar con la mochila), feliz, por aquel cuento de hadas, era consciente de lo afortunado que estaba siendo en el día de hoy… el mullido y agradable suelo que pisaba, era producto de la generosa cantidad de agua caída recientemente… además de toneladas de hojas caídas, también había frecuentes charcos de considerable tamaño y volumen cúbico… era fácil. que no grato, imaginar lo que debería haber sido, como experiencia, caminar por allí cayendo la monumental, la del pulpo o solo diluviando… el lugar, el entorno serían los mismo, pero las circunstancias muy distintas…
Una vez en Cacabelos, habiendo recorrido ya más de dos tercios de la jornada de hoy, y siendo aún las 10:30, la jornada estaba casi hecha…
Cruzaba el puente sobre el río, hacía más fotos, igual que frente al majestuoso albergue municipal de Cacabelos, ya a sus afueras y proseguía camino dirección a mi destino de hoy, Villafranca del Bierzo. En paralelo a la carretera local que une ambas poblaciones, por la derecha, con algún fuerte (tirando a fortísimo ascenso), pero sobre suelo firme, asfalto o graba de andadero… cuando hacía media hora que había abandonado la población, sin ser aún las once de la mañana, pero con un alegre sol haciéndose notar, paraba para hacer el primer avituallamiento solido del día. Me dejaba seducir por un banco de madera que lindaba con una de las muchas explotaciones vinícolas en tierras del Bierzo, el lugar no tenía ningún encanto pero ofrecía descaso y la posibilidad de hincarle el diente a la manzana que cogí el domingo en Alcalá, antes de salir de casa, por si me apretaba el hambre en el tren.. que ahora, como las cosas están como están, no hay servicio de bar, ni de cafetería…
Hay que ver lo rica y lo bien que me ha sentado una simple manzana tres días después!!! Me ha venido a la cabeza mientras le pegaba el primer mordisco aquel Macintosh que tube en allá por principios de los noventa… quien me iba a decir a mi que el día de mañana, casi treinta años después iba a estar haciendo el camino cargando con un restailing suyo, muy mejorado eso si, en mi bolsillo, haciendo fotos, video, escribiendo textos, enviado mensajes e incluso hablando por teléfono con ese chisme. No he podido por menos que hacerle una foto a la simplona manzana, a ver si encontraba, también yo, la inspiración…
En breve retomaba el caminar. A los pocos minutos cogía una desviación a la derecha que me llevaría por una carretera escoltada a ambos lados por campos de vid. Grandes extensiones que se perdían, próximas al horizonte, a pies de las montañas. El cielo se había despejado casi por completo invitándome a mi a casi lo mismo… pero mi recato, sentido común y cordura hacían que solo me despojase de la única capa, hoy, que no tocaba piel.. me quitaba la chaqueta de travesía, lo que yo llamo “el neopreno”. Lo hacia aprovechando una sombra, bajo un castaño, al borde de la carretera, me quitaba la chaqueta y abría la mochila para apostarla bajo el cierre superior, para que fuese a mis espaldas, colgando, aireándose y secando la transpiración… antes de poderla acomodar en su sitio en la mochila me sobresaltaba un zumbido conocido, pero elevado de frecuencia e intensidad… “no me jodas!” Una avispa… JODER!!! Y de las ASIÁTIACAS… he seguido el sabio consejo de Marian (y testado por el reconocido comité de expertos científicos de avispasy virus pandémicos varios) podría sonar a sorna, quizá sería por que lo es; el consejo testado científicamente es no moverse ni hacer aspavientos, pero cuando he visto que no solo no se iba aquel bicharraco, sino que le acompañaban dos o tres, o cuatro más, he cogido como he podio la mochila a pulso, sin colgar al hombro, la chaqueta y el bordón y he salido echando leches de allí, casi de puntillas pero a toda prisa, por el lado derecho dela carretera hasta encontrar veinte metros más adelante una apertura de acceso a viñedo colindante para, con más miedo que calleja, con el corazón aún encogido y la respiración acelerada por la carrera de puntillas y cargado, además del “acojone”… soy alérgico a la avispa común, a la asiática, por suerte aún no lo sé… ni quiero saberlo.
Después de aquel momento extremo para mi, absurdo para muchos, he seguido caminando bajo el sol, rodeado de una belleza inexplicable con palabras y feliz de ser tan afortunado por poder vivirlo en exclusiva, para mi solito y sin la lluvia que me anunciaban, hace días a mi llegada a Villafranca del Bierzo… QUE ESPECTACULO!!! Ved las fotos, no son, ni captan, la absoluta realidad, pero sirven para hacerse una idea…
A las 12:15 podia ver, no muy lejos ya, Villafranca, ni destino de hoy, estaba muy cerca.. el paseo había sido una autentica delicia e iba en un estado y forma envidiable… al menos para mi! Si me lo hubiesen dicho ayer, cuando me despeñaba a trompicones para alcanzar vivo Molinaseca, sin duda lo hubiese firmado…
Tocaba la puerta del único albergue privado operativo en Villafranca, y reservado desde hace semanas, a las 12:31, me habrían la puerta para darme la bienvenida, pero me rogaban, por favor, les diese tiempo, hasta la una, para que acabasen de adecentar e higienizar las instalaciones… les decía que sin problema, que ese ratito antes de la entrada me vendría genial para estirar (bien), y tomarme una cerveza (mejor)…
Poco después de la una volvía al albergue, bien estirado y mejor hidratado, para proceder con el actual “rutina” de acceso, temperatura, higienización de mochila y demás (presentar DNI y sellar credencial) y, tras elegir cama por inaugurar hoy el albergue, mis protocolos, tramites o “rutinas” de costumbre… más estiramientos, ducha, hidratación, masaje, organizar ropa sucia, muy sucia, limpia y casi limpia, seleccionar la indumentaria de mañana, hacer la cama (perdón, extender el saco sobre el colchón) y después, con la ropa de calle o dormir, pero no caminar, ir a comer al local recomendado…
Casi de manera tradicional o “rutinaria”, cuando hemos venido a Villafranca, solemos comer en el Mesón Los Ancares, frente a la plaza. En esta ocasión no es posible, cierran los miércoles, por lo que de las dos opciones que me han planteado, me he decantado por la que mejor me sonaba… Restaurante Sevilla!!! Restaurantes hay muchos… pero para mi, SEVILLA solo hay una… ni que decir tiene, me he ido a comer al otro… (y tus muelas!!).
Yo: ¿Menú del Peregrino?
Ella: Claro que tenemos Menú! Pal peregrino y pal que no lo es…
Yo: No se hable más!
Ella: Fuera, ¿en la terraza? O dentro??
Yo: Si no se ve la Giralda, casi que mejor dentro…
He comido bien! Sin excesos… o sea, nada que ver con lo de ayer, pero bien… Muy de Sevilla! De primero un Caldo Gallego y de segundo un Codillo al horbo con cachelos… no he querido tirar de pringá, ni serranito, ni espinacas con garbanzos, pero por no comparar… ya se sabe que son odiosas…
He comido bien la verdad, despues un café y… mi tercer sobre…
Mi hija no dejará nunca de sorprenderme, ni de demostrarme lo mucho que me quiere… la verdad es que soy un afortunado, tube la suerte de “tener la parejita”, una niña y después un niño, pero la suerte la tengo ahora… con independencia de su sexo o condición, son lo que siempre debemos desear y aspirar a que sean… buenas personas! Lo demás siempre serán matices y puntos de vista incluso cuestionables, pero mientras sean buenas personas, podré vivir y morir tranquilo!
Abría mi tercer sobre y me encontraba con la foto de mis nietos, con la leyenda “el abu”, una de las primeras fotos en las que me atrevía acoger esos polluelos, acompañada de un pequeño texto de mi VECINA, como yo le llamo, mi amiga Alicia y su su marido, Pedro, mi GPS más certero en mis inicios en bicicleta por los caminos albarucos. G R A C I A S, AMIGOS!!! Tenemos un Camino pendiente, y claro que podrás, ya verás… déjalo de mi mano.
Y así, con mis “rutinas”, mis cuadriculas, mis métodos, protocolos, procesos sistemáticos, manías y demás, acababa un día más haciendo lo que me gusta, con lo que disfruto, me supone solo un esfuerzo relativo pero me genera a la vez una satisfacción infinita… y si, tengo “rutinas”, muchas! Perro todos las tenemos! A diario! Sin ser conscientes de ellas.. desde que nos levantamos! Y las consideramos necesarias aún sin serlo…
Por ejemplo y solo en cuanto a alimentación se refiere, nos levantamos y al poco desayunamos, lo que sea… pero desayunamos algo, poco o mucho, dulce o salado; luego, a media mañana, tomamos un café o un pincho o fruta, o lo que sea, para después comer… un primero, un segundo y postre… y además, algunos, merendamos!!! O picoteamos antes de cenar, porque la cena no se perdona… al menos, yo!
Pues bien… todo esto también son solo “rutinas” y hoy o digo con conocimiento de causa…
Ayer, cuando comí gran parte de mi menú del peregrino, renunciando al cuarto plato y postre, quede tan satisfecho que, después de haber estado escribiendo casi toda la tarde y habiendo tomado, mientras, primero un poleo seguido de un par de copas de vino, opté por irme al albergue. Allí como no había opción, ni ambiente, de cenas allí, ni tampoco tenía hambre con todo lo que había comido, me acosté dando un buen trago de agua tras el cepillado de dientes, sin más. Esta mañana, como viene siento habitual (“rutina”) en este Camino, he comenzado la jornada habiendo bebido un buen trago de agua… y cada hora u hora y media más agua.. he pasado por Camponaraya sin necesidad de parar a desayunar, al igual que cuando llegaba a Cacabelos. Solo un poco después, tras una subida considerable, con el sol marcando con fuerza a cada paso, he considerado que igual podría ser conveniente cargar de energía las reservas. Me he comido la manzana, bebido agua y he continuado caminando, disfrutando de todo lo que la jornada de hoy me deparaba sin sentir la necesidad de comer nada… ya en Villafranca, 26 km más allá de Ponferrada, me he pegado el gustazo de tomarme una cerveza bien fría, Estrellla Galicia, de tercio para ser precisos, antes de la ducha y de irme a comer a Sevilla, con mis amigos del alma….
En fin… que todos tenemos rutinas… algunas necesarias, otras prescindibles… pero siempre depende de quién, para qué, en que momento… lo importante, respetarlas y, en mi caso, saber vivirlas, porque bien visto, solo son… “rutinas”.
Pero, con todo, y con eso… mañana…. mañana, más!!!!
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