Disfrutando!
(Incluso bajo la lluvia…)
8ª 2020 – Palas de Rei – Melide
Compartía habitación con el italiano de secador de pelo en ristre y con un peregrino de apariencia coreana, y más largo que un día sin Estrella de Galicia, bien fresquita, por estas tierras… salvo sorpresa del coreano, la noche se presentaba tranquila. La habitación, de tres literas, con la actual normativa, estaba ya completa, o sea que no había hueco ni temor a tuneladoras o ruidosas locomotoras en plena noche. Cierto es que me he despertado varias veces, como viene siendo habitual, pero a diferencia de día anteriores, nada me inquietaba… he ojeado el móvil, por si había algún mensaje importante, pero la primera vez que he mirado exclusivamente para ver la hora, eran las 06:08… supongo que el hecho de sentir que tenía todo bajo control y que, además, la jornada que me esperaba por delante iba a ser poco más que “un paseo”, habrá contribuido, inconscientemente, para estar menos tenso, digamos que incluso habiendo tenido un sueño bastante entrecortado, la sensación era de haber descansado y dormido placenteramente.
Con todo reorganizado, en mi cabeza y logísticamente hablando, y habiendo confirmado que la familia estaba ya al corriente del cambio de planes, conciliar el sueño no me llevo ni cuatro ovejas…
Antes de que sonase el despertador, fijado sin remilgos a las siete, hora en la que, hasta hace muy poco, comenzaba habitualmente la caminata, me levantaba a visitar fugazmente el “escusado” y regresar a la habitación, para en el interior del saco, empezar a hurgar en el móvil haciendo consulta a distintas App, entre ellas, de manera muy liviana, también la de previsión del tiempo, en la que, muy por encima, obtenía la información básica… 16º, nublado, con un 30% de probabilidad de lluvia antes de medía mañana…
Al rato, aun sin sonar el despertador, aburrido de pulular dentro de distintos rincones en el móvil, echaba pies al suelo para empezar con los necesarios y rutinarios tramites y dejar atrás la verdaderamente sorprendente Palas de Rei.
A las 07:35 enviaba la foto junto a la puerta del albergue San Marcos, irreconocible al compararlo con el que yo guardaba en mi recuerdo, el de ahora mucho menos concurrido y alegre. Ponía en modo operativo mis dos aplicaciones de seguimiento y comenzaba a bajar por Melide, por distintas pequeñas callejuelas, para cruzar la plaza del ayuntamiento y hasta tres veces la carretera nacional que atraviesa y divide irregularmente a Palas. Mientras, aún dentro de la población, sin ser aún de día, pero ya con claridad suficiente como para no tener que usar la linterna fuera del ámbito de cobertura de las farolas, empezaba con mi trabajo fotográfico de hoy.
Hoy iba a disponer de todo el tiempo de mundo, o casi, para poder hacer las fotos que me diese la real gana, y repetirlas incluso si no me había gustado a simple vista el resultado, por luz, por encuadre, o porque simplemente me gustase tanto que egoístamente quería otra para ver si me gustaba incluso más… soy un aprendiz de casi todo y experto en nada… con la fotografía también me pasa.
En la primera hora de paseo de hoy he llevado aburrida hasta a mi inexistente sombra con tanta parada, reposada, para hacer fotos… pero yo lo he disfrutado como nunca, de manera enfermiza… además hoy, para mi suerte, he podido contar en algún punto hasta con modelos improvisados para mi book de la jornada.
Con eso de que hoy volvía a no salir muy pronto, coincidía a la hora de los preparativos con algún peregrino más alojado en el mismo albergue, en distintas habitaciones… como además, absolutamente todos los bares y cafeterias estaban cerrados a esas horas en Palas, pues el tráfico de los peregrinos más madrugadores, en lugar de darse cita tomando café en él, o los pocos establecimientos abiertos, ese cuenta gotas de peregrinos, que se veía obligado a comenzar a caminar sin un desayuno caliente, me iba a ir encontrando a mi por el Camino mientras hacia tranquilamente fotos. Cuando he reparado en ello, algo novedoso hasta el momento en este Camino, he aprovechado, de manera sibilina, para incluir en mis fotos del Camino, a algún peregrino haciéndoles un “robado” en toda regla y por la espalda… no han sido muchas, pero si alguna en la que, una vez localizado en entorno, con el encuadre ya probado, he esperado a que me diese alcance alguno de ellos para intentar “la foto”, los resultados no han sido del todo satisfactorios, pero tampoco podía pedir repetir la toma ni debía esperar a que volviese a pasar otro peregrino… había tráfico pero muy espaciado… durante toda la mañana, me han adelantado entre ocho y diez peregrinos… pero todo esto de “los robados” han sido en las dos primeras horas de la jornada, ya que a partir de las nueve y media pasadas, mi caprichoso trabajo fotográfico de hoy empezaba a complicarse.
Cuando salía del albergue, tras descender unos metros hacia la plaza, al cruzar por primera vez la nacional, hacía una rápida parada técnica para cubrir la mochila con el chubasquero, según intuía, por como soplaba el viento, la humedad y lo que parecía adivinarse en el cielo, igual iba a ser cierto lo del 30% de probabilidad de lluvia.. no me costaba nada cubrir la mochila, ya que por poco que caiga, al ser tan ligera, el material que la cubre no es completamente poroso y mojaría lo que llevo dentro fuera de bolsas de plástico estancas. Con la mochila cubierta, que lloviese como indicaba ya no era un problema.
Efectivamente un poco antes de las nueve empezaba a llover tímidamente, sin mojar, solo salpicando alguna gotilla en la mejilla, alguna que atinaba a darme en la mano derecha, con la que agarro el bordón… y dejaba de chispear… y volvía, pero casi ni me enteraba, porque yo estaba a lo mío, con mis practicas del curso de fotografía (por fascículos) de la enciclopedia Planeta de Agostini.
Foto por aquí, foto por allá.. todo genial, salvo que cada vez la humedad era más evidente y las gafas se me empañaban, así como la óptica del pepinaco de cámara que tiene mi móvil! Bueno, casi mío, lo acabo de pagar a finales de este mes de noviembre… la verdad es que a mi me gusta mucho la fotografía, pero con este móvil es como el que dice que sabe correr con un coche de seiscientos caballos… es solo cuestión de pisar en su caso, en el mío disparar, lo jodido viene a la hora de parar tantos caballos.. en el caso de la foto, no hay riesgo de accidente, aunque si de frustración por no llegar a captar lo que tu ojo si ve pero la instantánea no recoge.
Pues eso, que seguía embobado con mi cursillo particular de fotografía, al tiempo que empezaba a calcular que, por lo que llevaba ya chispeando, lloviznando, volviendo a chispear y luego a apretar un poquito… una hora así, debería estar a punto de dejar de llover… a ver si escampaba y tenía la suerte de que abriese el día, para poder encumbrarme con alguna toma brutal del cielo abriendo, el suelo y los verdes naturales mojados con ese lustre y brillo especial…
Una hora después de que empezase a lloviznar el cielo se abría! Se abría en canal y dejaba caer a mares todo el agua que tenía allí dentro… a las diez la lluvia empezaba a ganar en intensidad, a caer con ganas, y un poco después con muchas ganas… pero no me iba a chafar “mi trabajo de fin de curso”… pues no soy yo cabezota si algo se me ha metido en la cabeza, y hoy, la temática que ocupaba, era disfrutar y hacer fotos… algo a lo que en principio no renunciaba, porque obviamente había algunas fotos muy bonitas, pero… un móvil no es una cámara de las de verdad, y no lleva las protecciones necesarias ante el agua, empezaba a considerar dar por perdida la batalla de mi cabezoneria frente a la lluvia y dejar de poner en riesgo el móvil que aún no tenía del todo pagado. Aunque de vez en cuando sacaba y disparaba, pero una cosita rápida, sin cambiar encuadres y sin repetir tomas…
La que me ha caído entre las diez y las once de la mañana ha estado muy a la altura, y por encima, de la que me cayó he hizo parar a cambiarme de medias el día que,el año pasado, llegaba a León… solo que aquella vez fueron muchas horas recogiendo agua…como seis, pero al principio, las primeras tres con moderación y hoy, en una hora, mi neopreno recogía todos esos litros o más…
Como yo había interpretado las previsiones, a mi manera y sin poner mucho énfasis ni interés en la previsión meteorológica consultada aún estando en la cama, porque total,hoy, era un paseo… pues bastante es que cubrí la mochila, pero ni me había puesto el pantalón gris (tengo dos uno gris, de agua, y otro negro de travesía pero no impermeable), ni había dejado a mano el chubasquero ni, por supuesto, el sombrero de agua que guarde dentro de la mochila porque, con el tiempazo que me estaba haciendo, era una”tontería” llevarlo colgado de la mochila… además, cuando ha empezado a lloviznar, como yo he dado por hecho que iban a ser cuatro gotas, como hasta ahora me habían caído, y además daban agua un ratito y un 30% de probabilidad), pues a pesar de que había empezado a llover, en lugar de parar y sacar el chubasquero y sombrero de agua, total como llevaba el neopreno… y sobre todo yo estaba ensimismado con mis fotos, cuando me he querido dar cuenta, ya no servía de nada ni recurrir al chubasquero ni a cubrirme la cabeza, ya húmeda por la gorra completamente empapada…
A las once paraba a la entrada de Furelos, en un mesón que hay justo antes de cruzar el puente de piedra, para ponerme a cubierto, soltar por primera vez la mochila y… contra pronóstico, pedir algo de comer para tomarme una cerveza.
Aprovechando que yo era su único cliente y que un poco apartado de la barra donde estaba el propietario y supongo que su mujer atendiendo cosas en la cocina contigua, me llevaba hasta la sala el pincho de tortilla, de seiscientos gramos, y el tercio,no sin antes haber pedido permiso para poder ponerme alli y cambiarme el calzado que lo llevaba encharcado…
Me he cambiado las zapatillas, las medias obviamente, los pantalones, y hasta la camiseta… todo con cierta discreción, poco a poco, prenda a prenda, sin quedarme en paños menores de golpe… de lo que llevaba cuando entré solo m ehe llevado puestos los calzoncillos, también algo húmedos (de lluvia, no seamos mal pensados), prenda que no me he cambiado por recato… ¿se dice así no, recato?
Mientras me he quitado cada prenda y secado con el pareo cada parte antes de ponerme la prenda seca… mientras he tomado el pincharraco de tortilla, por tamaño que no por que estuviese buenísimo, y mientras he guardado todo lo chorreante en una bolsa de plástico que he pedido allí y amablemente me han dado, y he vuelto a colocar todo dentro de la mochila y a cubrir esta con el impermeable… la chaqueta, mi neopreno, colgado en el respaldo de una silla, ha soltado el suficiente agua para hacer un importante charco en el suelo. Con todo preparado ya para enfrentarme a los escasos dos kilometros que me faltaban para llegar a destino, volvía a ponerme la chaqueta, aún muy mojada, pero principalmente por fuera, por dentro solo bastante húmeda y salía para cruzar el puente de piedra, callejear por tres de las calles de San Xoán de Furelos y en poco más de veinte minutos alcanzar Melide y hacerme la foto en la pulpería de referencia… al menos para mí, Pulpería Ezequiel. Mandaba la foto a la familia para que supieran que ya estaba en destino y alguna evidencia a los amigos con los que, en algún u otro momento he podido disfrutar compartiendo el mejor pulpo a feira que jamas he comido.
Luego me dirigía al albergue, privado el de hoy, y de los de lujo que yo llamo… habitación y baño individual, toallas, aire acondicionado y este hasta con cama de matrimonio…
Después de la ducha, y de tender como buenamente he podido las prendas más mojadas, tras haberlas previamente retorcido para aligerarlas antes de agua, me vestía de calle, o de cama, según se mire y desandaba para llegar hasta la pulpería Ezequiel para comer. Yo, que en el Camino no perdono un primero y un segundo, o incluso un primero y luego otro… hoy me conformaría con un solo plato de pulpo a feira, como plato único, eso sí, bien regado con tres botellines de estrella… solo tenían tercios de la 1906 y si, me gusta, pero prefiero la estrella de toda la vida. De postre pedía un café de puchero, aquí te lo ponen en vaso de caña, hasta arriba, y con una botella de aguardiente de orujo, para que vayas rebajando el café según te lo bebes sin que baje el volumen en el recipiente… yo solo me lo he manchado un poquito, justo antes de abrir mi sobre número 8.
Primero, como de costumbre, me iba a por la foto. Llevaba escrita una sola palabra como pié… “alegría”. Recuerdo perfectamente el momento de aquel selfie… de hecho guardo el original. Fue en agosto de 2018. Los protagonistas… Carlos, con una de sus poses incomprensibles pero divertida, Alicia y Marian en el centro… plenamente satisfechas y felices de estar ahí y en ese momento… y yo, que solo en la media cara que se me ve, irradio toda la felicidad y “alegría” que remarca hoy la foto… Fue tomada en Cádiz, en Los Caños de Meca, en la arena de la playa, mientras tomábamos una cervecita al atardecer, a pies de La Quilla…
Después de la foto, con la alegría en el rostro que aquella instantánea y recuerdo me traía, con la sonrisa casi de oreja a oreja… como si me hubiese comido a Miliki, que diría el que iba a ser el firmante del escrito número 8, veía, buscando la firma primero, antes de leerla, a quién correspondía, quién me había tocado en suerte hoy…
Si es verdad eso que dicen de que los de Bilbao nacen donde quieren, yo, que nací en Madrid, si hubiese nacido allí, en Bilbao, sería Sevillano… por eso, porque los de Bilbao nacen donde quieren y yo sería de Sevilla, eso es así!
El mensaje de hoy me venía desde el sur… como no podía ser menos, llevando el 8… mi amigo, el mejor distribuidor del juego en todos los ámbitos, solo podía llevar ese número o el diez… aunque el número es lo de menos, el es un creador y dador de juego como pocos, el rey de las asistencias… generoso como no conozco, siempre pendiente de dar gloria bendita a su gente, que no son pocos… GRACIAS, SHULOM!!! El mensaje de hoy, que obviamente y a tenor de los que ya había recibido no podía faltar, lo recibo en tu nombre, pero me llega como si lo suscribiesen la familia Corredor al completo y muchos de sus amigos del alma, lo sabes, lo sabéis, siempre me habéis hecho sentirme uno más en esa envidiable y multitudinaria familia… GRACIAS, ANTONIO! A ti y tu impresionante familia…
Y así, guardando mensaje y foto en sobre y volviendo a ensobrar, pagaba el homenaje, que no menú, y me volvía a mi pisito de soltero de hoy (que diría mi hijo), para empezar a escribir lo que hoy me acontecía, distinto a como ingenuamente lo había imaginado simplemente por ser mucho más corto en distancia que de costumbre, pero disfrutándolo muy mucho, de principio a fin… desde la salida de palas hasta el momento de acostarme, después de todo, de tantas fotos en el breve Camino de hoy, del pulpo, del postre… e incluso de la insistente lluvia “monzonica”, que diría un andaluz…
Y mañana ¿otro “paseo”?… mañana, más!
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#Novoysolo
#Vamosjuntos