Camino Portugués 2018 · 3ª jornada

El resumen de la tercera jornada estaba escrito… estaba! Pero no se guardó! No lo guarde! Se perdió… y se quedará en ese limbo digital al que de manera incomprensible no se puede llegar…

A cambio y como plan “B” os dejaré un resumen muy resumido en palabras pero amplio en imágenes… volcaré casi todas las fotos y sacad vosotros vuestras propias conclusiones.

La tercera jornada la empezamos pronto, a las 7:18, con un par de kiwis y 3 yogures para los dos, compartidos a partes iguales…

La noche era muy cerrada. Enseguida salíamos de la población dejando atrás la contaminación lumínica y teníamos que usar la linterna por primera vez para poder ver por donde debíamos ir y donde debíamos pisar.

A las 8:20 más o menos, guardaba la linterna y la claridad del amanecer permitía ver perfectamente… era el maravilloso momento en el que temperatura, sonido, aromas y las tonalidades que ofrece el amanecer me cautivan y cuando además es casi en medio de ningún sitio… me enamoran de la naturaleza.

Tuvimos muchísima subida, sobre asfalto en muchas ocasiones, pero se hicieron muy llevaderas por pillarnos frescos, por ser muy temprano y porque sobre las 8:30 recibimos una vídeo llamada de los nietos que nos cargaron de vitalidad y alegraron cualquier posible achaque. Además, enseguida empezamos a caminar por zonas boscosas de esas que nos gusta pisar, ver y respirar… para colmo, la jornada nos deparaba una agradable sorpresa que desconocíamos… las vistas de la ría de Vigo… un espectáculo que pudimos admirar durante un buen trecho mientras descendíamos hasta poco antes de llegar a Arcade, el pueblo donde desayunó Marían y yo me tome un café, el segundo tras el de puchero que me aventuré a tomar en un kiosquillo montado para peregrinos y atendido por una arcadense, maja, parlanchina y comercial que haría las delicias de más de un head hunter que yo conozco.

Atravesamos Arcade, pasamos por su puente romano, hicimos las fotos, al puente en el puente y a algún casoplón, y volvimos a subir rampas, algunas muy llamativas por desnivel y entorno aun dentro del pueblo, y volvimos a descender por importantes pendientes y a llanear por preciosos parajes boscosos… y a subir por preciosos senderos de rocas y cantos naturales, otros de granito perfectamente dispuesto, y más caminos preciosos y más senderos de fábula… y algún tramo sobre asfalto pero por zona boscosa o caminos rurales, hasta que poco antes de las 12 parábamos para el riguroso almuerzo… donde aprovechábamos para que Marian cambiase de “gomas” (zapatillas)… y luego seguir caminando por preciosos senderos de eucaliptus, y volver a bajar y volver a cambiar de zapatillas y por fin llegar a un punto en el que Pontevedra se intuye cerca, pero a no menos de 4 o 5 kilómetros y en él que se da la opción de ir por carretera, en principio más corto, o por la vereda de un riachuelo que es más largo, pero nosotros entendimos que más llevadero… y este cogimos… un hora y quince minutos después salíamos del camino y llegábamos a Pontevedra… 7 horas después de haber salido del Albergue a Conserveira en Redondela…

En resumen, una jornada preciosa, muy, muy bonita, pero muy, muy muy larga, mucho más de lo previsto inicialmente, anunciada como 18 Km, que finalmente fueron 23. Y encima con el incidente de estar escribiendo y por una torpeza informática de primero de Basic o Cobol, no digamos de usuario avanzado de office, hace que se vaya todo a la porra y no pueda subir nada….

Bueno, subsanado el problema y enmendado en parte el error aquí va hoy la crónica en doble entrega… porque hoy, en un rato… más…

Buen Camino.

 

 

PD.- Tengo limitaciones de wifi… cuando pueda subiré el resto de fotos.