2009 · EL PRIMER CAMINO · Prólogo
Siempre recordaré como surgió…
Era una tarde de domingo, a finales de febrero o primeros de marzo, estábamos en Alcalá, en casa, salí a la terraza y allí estaban… apoyadas en la baranda. Fue en ese momento, al verlas, quizá por la satisfacción, el disfrute y el regustillo que me había dejado la experiencia vivida esa misma mañana… allí estaban, donde las habíamos dejado después del paseito matutino… ahí apareció la idea. Sin meditarla más de dos minutos, entré al salón y lance la pregunta de forma sugerente..
.-¿Podíamos hacer el Camino de Santiago en bici este verano?.-
Inicialmente sonó a ¡locura! .-¿El Camino de Santiago? ¿En bicicleta?–. fueron las primeras palabras de Marian, en forma de interrogación e incredulidad…
Esa misma tarde, comentando entre ambos y con Carlos sobre la posibilidad de lanzarnos a esa aventura, lo que surgió como una simple idea, fue cogiendo forma hasta convertirse en un posible proyecto para parte de las vacaciones de ese verano de 2009.
Después de compartir la idea con Alicia y que esta alucinase, mientras ponía un poco en duda la viabilidad de la ocurrencia, partiendo de la base que ella no tenía bicicleta ni a ganas de tenerla, por lo que habría que empezar por comprar una bicicleta ¡! ¿? Poco a poco, y con bastante antelación, como siempre me gusta hacer, empecé a indagar, localizar información… distancias, itinerarios, posible punto de partida, alojamientos, necesidades, logística… el domingo siguiente ya tenía un primer Excel con posibles fechas, estimación de tiempos pedaleando, costes… la alocada idea se hacia casi tangible, al tiempo que iba ilusionando… a unos más que a otros, pero se convertía en una opción muy real para unos días de ese próximo verano.
Fuimos definiendo el recorrido, reservando alojamientos; el hecho de lanzarnos a esta «aventura» con un niño de 11 años, además de ciertos prejuicios producto de nuestra ignorancia, nos hizo descartar, si o sí, lo de dormir en albergues… era nuestro primer contacto con el Camino y desconocíamos todo. Definimos las necesidades logísticas, nos fuimos aprovisionando de todo el material que sería necesario, transportines, alforjas, culotes, cascos, luces… y por supuesto… la bicicleta de Alicia!
Los meses fueron pasando y llegó el día elegido, a primeros de julio en el que, después de subir las cuatro bicicletas, a pares, a las bacas portabicis de los coches de Marian y Alicia, emprendimos viaje a Astorga, donde comeríamos, pasaríamos el día y haríamos noche, para empezar a pedalear a la mañana siguiente…