Algunas SUGERENCIAS para que tu Camino sea perfecto.
Quizá, muchas de las cosas que leas a continuación ya las conozcas, otras te suenen y alguna la desconozcas. Todas ellas, son solo eso, sugerencias para que puedas disfrutar plenamente del camino.
Durante los días dedicados al camino, la principal herramienta serán nuestros pies, por eso deberemos cuidar de ellos más que nunca, tanto en los días previos como en el día a día durante las caminatas.
Visitar al podólogo unos días antes para una revisión y puesta a punto será siempre una decisión acertada, ayudará a prevenir posibles rozaduras, pequeños traumatismos producidos por callosidades, uñas que no están en perfecto estado u otras particularidades que suelen derivar en complicaciones según acumulamos diariamente kilómetros. Si además se padece de alguna anomalía en la pisada, un estudio de ésta podría diagnosticar el uso de una plantilla de horma personalizada que ayude a corregir y/o atenuar esa incidencia en la pisada, y que podría derivar en una lesión en el tren inferior o incluso en cadera o espalda.
Hoy en día hay multitud de clínicas en las que además de la revisión podológica, ofrecen la posibilidad de realizar un estudio de la pisada para evitar estas lesiones. Desde Top Travel To Santiago sugerimos PODOACTIVA, nuestra clínica podológica de referencia y que está presente en prácticamente todas las provincias españolas, además de en distintos países de Europa y Latinoamérica.
El cuidado de los pies a diario en el camino es clave y fundamental, ayudará a prevenir las temidas rozaduras y ampollas. Además de la higiene, un gran aliado será la vaselina pura. Tanto antes de ponernos los calcetines como después de la ducha reparadora tras finalizar la jornada caminando, es recomendable extender una fina capa de vaselina sobre los pies bien secos, aplicando un leve masaje, contribuirá a prevenir esas posibles rozaduras/ampollas.
Los calcetines juegan también un papel fundamental a la hora de cuidar nuestros pies. Es muy importante que estos no tengan costuras en las zonas de posible rozadura. Hoy en día en cualquier tienda de deportes, física u on-line, se encuentran con facilidad, incluso con refuerzo específico en zonas concretas como talón, almohadilla, puntera o tobillo, tanto para caminar en primavera/verano como en otoño/invierno.
Actualmente hay calcetines y medias de los llamados antiampollas. Están hechos con doble capa: una externa gruesa y una interna algo más fina, que amortiguan y drenan de una manera más efectiva el sudor.
En el Camino de Santiago no se tienen que superar grandes desniveles ni, habitualmente, enfrentarse a temperaturas extremas; lo que sí se hace es caminar muchos kilómetros, por lo que el calzado es sin duda la elección más importante de nuestro vestuario.
Deberemos asegurarnos de que se trata del calzado correcto y testarlo con anterioridad en repetidas ocasiones para evitar desagradables sorpresas una vez comencemos el Camino. Es recomendable llevar un calzado “domado”, nunca recurrir a un calzado nuevo.
Independientemente de la época del año en la que vayamos a hacer el Camino, deberá ser un calzado que cumpla con estas cuatro características; comodidad, ligereza, impermeabilidad y transpiración.
Que sea cómodo, que lo hayas usado. Que esté suficientemente probado para garantizar que no dará problemas. Al acumular kilómetros, y especialmente en las jornadas largas o muy largas, hasta el calzado nos pesará en seco, ni que decir si además es un día de lluvia y con barro, de ahí que cuanto más ligero sea este, mucho mejor. Que sea impermeable siempre vendrá bien, ya que, en el Camino, da igual la estación del año que sea, es muy probable que algún día llueva. Que transpire bien evitará la acumulación de sudor y que el pie se cueza y pueda llegar a agrietarse o a producirse las dolorosas yagas. Además, es importante llevar una buena suela, amortiguada y con agarre, pues tendremos que hacer frente a diferentes superficies, en algunas ocasiones incluso puede que algo resbaladizas. Es recomendable que, además, lleve refuerzos en zonas estratégicas, como puntera y talón.
Como todo lo que se sugiere nada es obligatorio, pero el llevar y usar a diario unas chanclas es algo que nuestros pies agradecerán enormemente.
Tras la jornada caminando, pocas cosas hay más reconfortantes que descalzarse y darse una buena ducha reparadora. Si después de esta, sobre la piel ya seca, aplicamos un leve masaje en los pies, tobillos y piernas con una crema apropiada, o al menos en los pies un poco de vaselina pura y posteriormente recurrimos a las chanclas para dejarlos al aire, nuestros pies lo agradecerán sobre manera, incluso en invierno.
La hidratación en el Camino es algo vital. No solo en verano o los días de calor, donde el cuerpo lo pide notablemente, también en los días menos calurosos, fríos o incluso lluviosos, donde puede parecer que el cuerpo no pide beber, pero es muy necesario. Deberíamos casi fijarnos, como obligación, dar un trago de agua cada media hora para evitar tener esos leves síntomas de deshidratación como los pequeños calambres.
En el Camino, dependiendo del tramo en el que estemos, puede ocurrir que nos encontremos fuentes de agua potable y/o establecimientos donde comprar agua cada pocos kilómetros, o por el contrario caminar durante horas y distancias de 15 kilómetros o más donde no poder rellenar la botella de agua, por eso es muy importante llevar siempre agua, al menos un litro, y documentarse mínimamente el día anterior, o antes de iniciar la jornada, leyendo algo sobre la jornada del día, que hoy siempre podremos hacer en las diversas opciones que encontraremos en internet. Desde Top Travel To Santiago proponemos dos páginas de referencia; Gronze y El Camino de Santiago-Consumer. En estas webs encontraremos el plano del recorrido, la distancia y el perfil de la jornada, así como posibles dificultades y observaciones a tener en cuenta.
La mochila será nuestra principal carga, física, durante los días en el camino… ¡O no! Existe la opción de que nos lleven la mochila hasta el siguiente alojamiento, algo que quizá no sea muy “purista”, peo si muy práctico.
Hay una ley no escrita, muy divulgada, que dice “el peso de la mochila no deberá ser superior al 10% del peso de quien la porta”; es decir que, para una persona de 75 Kg, la mochila no debería pesar más de 7,5 Kg.
La teoría es muy sencilla y como se suele decir, el papel lo sujeta todo. La verdad es que, una vez que nos ponemos a preparar el equipaje, en el mejor de los casos solo con lo indispensable, un par de prendas de cada: ropa interior, calcetines, camisetas y un pantalón (además del puesto), sudadera o prenda de abrigo, poncho o impermeable para la lluvia, las chanclas, el neceser de aseo, la toalla, el pequeño botiquín, el cargador del móvil y resto mínimo de cosas “indispensables”, más el propio peso en vacío de la mochila, el 10% del peso de uno se alcanza enseguida, y ni digamos si el/la afortunad@ portador/a ronda los 50 Kg…
Es muy cierto que, por lo general, en el primer camino se suelen llevar más cosas de las que verdaderamente se necesitan, en muchos casos los llamados “por si…”, pero también es cierto que cada uno es un mundo y las necesidades de cada quién no tiene por qué ser las de cada cual.
Nuestra sugerencia si se va a portar la mochila a hombros, es que se sea cauteloso a la hora de llenarla y recurrir únicamente a lo necesario, sabiendo que, para aligerarla y hacerla más llevadera, deberemos meter menos, aunque tengamos que lavar más; hoy en día en prácticamente todos los albergues públicos y privados, se tiene la posibilidad de lavar y secar la ropa, tanto en lavadora y secadora como a mano y tendedero.
Otra opción, a la que algunos recurren, es llenar la mochila con ropa muy usada y que irán desechando tras su uso cada jornada, de este modo a diario la mochila irá “adelgazando” y llegando a Santiago más ligeros de peso y prácticamente con “lo puesto”.
El Camino cada uno lo hace como cree que puede, debe y quiere hacerlo. Como en casi todo, siempre habrá puristas que digan que el Camino se debe hacer de una manera u otra, pero la realidad es que el Camino de hoy ha evolucionado y nada tiene que ver con aquel que se hacía siglos atrás, donde la austeridad y la falta de medios era la única opción. Hoy en día, quien más y quien menos, puristas o no, recurren a muchas de las comodidades disponibles; un buen calzado, al Goretex, las prendas ultraligeras, cálidas y transpirables, todo ello un lujo si lo comparamos con cómo se peregrinaba a Santiago hace cientos de años o simplemente a principio del siglo XX.
Si tu opción es no cargar a diario con el grueso del equipaje, y optas por el traslado cada jornada, será oportuno disponer de una pequeña mochila de travesía, donde poder llevar lo mínimo indispensable; agua, el poncho de lluvia, pañuelos de papel o toallitas húmedas, el botiquín y aquello que se estime oportuno y pueda ser necesario para la jornada caminando.
Puede ocurrir que no llueva, pero es raro. Da igual en la época del año que vayamos al Camino. Antes del cambio climático, lo normal era que, durante una semana en el Camino, al menos un día lloviese y que durante dos semanas al menos tres o cuatro compartiésemos jornada con la lluvia, pero ahora quien sabe. Lo normal es prever toparse con la lluvia, por lo que deberemos tenerlo previsto y llevar tanto poncho o impermeable para nosotros como para la mochila, dependiendo cual sea el que elijamos para cubrirnos.
Muy recomendable solo para aquellos que vayan a optar por alojarse en albergues públicos. No es necesario para los que recurran a albergues privados, hostales, pensiones u hoteles.
Aunque hoy en día se ofrecen sábanas de un solo uso en la mayoría de los albergues públicos, por higiene y comodidad, el uso del saco de dormir sobre el colchón y la propia sábana desechable es la mejor opción; al igual que los tapones de silicona, caucho u otros materiales, para los oídos, buenos aliados para conciliar el sueño en algunas ocasiones.
En Top Travel To Santiago sugerimos el uso diario de vaselina pura para prevenir las pequeñas rozaduras y/o ampollas que, además de molestas y dolorosas, pueden derivar a la larga en distintas lesiones al modificar la pisada.
Cada mañana, antes de calzarnos, sobre los pies bien secos, aplicaremos una pequeña cantidad de vaselina pura por todo el pie, masajeando e incidiendo en las zonas de mayor fricción o roce. Será un gran remedio preventivo de cara evitar esas rozaduras y ampollas.